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Un informe en
2001 del CDC (Centro de Documentación Católico) dice así: «Respecto del uso del
proyecto HAARP como agente destructivo, no existen datos para afirmar
el establecimiento de un sistema completo y útil en la práctica ni
la clase de equipos subsidiarios que se precisaría para
establecerlo, bien que una vez se disponga de instrumentos adecuados
para trabajar, resultará fácil pasar de la teoría a la práctica.
Sería un nuevo y osado avance en la aptitud mortífera humana».
El proyecto HAARP (Frequency Active Auroral Research Program) estudia las irregularidades en la ionosfera y las propiedades conductoras de los iones que contiene; es decir, un mejor conocimiento de la ionosfera para el perfeccionamiento de las comunicaciones. Está estrechamente relacionado con las Fuerzas Armadas estadounidenses y se instaló en 1993 en una antigua base terrestre de radar en Gakona (Alaska).
En origen se proveyó con 18
antenas dispuestas en tres filas de a 6 antenas cada una y una
potencia de 360 kW, dotación que había aumentado en 2007 a 180
antenas repartidas equitativamente en 15 filas y potencia de 3 600
kW. El dispositivo principal es un radiotransmisor de alta
frecuencia, de BAE Advanced Technologies, capaz de modificar por
calentamiento las propiedades de una región de la ionosfera y
registrar los cambios inducidos en ella. Trabaja con frecuencias de
entre 2'65 y 10 Mhz.
El peligro del programa HAARP
sigue siendo todavía tema de especulación. En 1999 el Parlamento
europeo advirtió de los grandes peligros que puede ofrecer en
determinados momentos. Más tarde, en 2002, el Parlamento ruso afirmó
que Estados Unidos busca dispositivos capaces de utilizar la
troposfera, capa atmosférica más inmediata a la superficie
terrestre, como agente destructor. Tal aviso reviste importancia por
cuanto Rusia tiene desde los años 80 un emplazamiento similar al
estadounidense y casi seis veces más potente: SURA, instalado en las
inmediaciones de Vasilsursk, en Nizhni Novgorod (antigua Gorki).
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Radiotransmisor del proyecto HAARP en Gakona (Alaska). A simple vista, el complejo semeja un gigantesco radiotelescopio de gran poder resolutivo.
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Cabe suponer que la supuesta
amenaza del HAARP está en las corrientes plasmáticas a través de
la magnetosfera e ionosfera, que ocasionan cambios en gran escala de
densidad y temperatura del medio, y en el campo geomagnético, que
desempeña un papel de importancia capital como enlace entre
fenómenos magnetosféricos e ionosféricos.
Según un documento del CDC, «la
base terrestre de Gakona, y acaso la de Vasilsursk, interacciona o
usa, cuando menos, un ingenio espacial de órbita circumpolar, con
perigeo pequeño y un apogeo de unos 2 000 km».
Aun en el supuesto fantasioso de
que HAARP pudiese inducir catástrofes para asolar vastas zonas, no
substituye con ventaja al bombardeo atómico y presenta muchos
inconvenientes: inmóvil, descubierto, frágil, es fácil blanco de
ataque para la aviación y el cohete, siendo objeto, posiblemente, de
contramedidas electrónicas.
Se dibuja, pues, una imagen de
HAARP extraordinariamente complicada. Se puede razonar y aun probar
la naturaleza pacífica de este proyecto, pero comúnmente se olvida
que el hombre ensayó un explosivo atómico (16 julio 1945) pese a
que varios científicos razonaron que éste podría inflamar la
atmósfera terrestre, con fatales consecuencias para la vida. Las
inquietudes que mueve HAARP no son tanto desde el punto de vista
puramente científico cuanto del de sus posibles aplicaciones
degeneradas.
HAARP y el SDI. Parece
ser que HAARP evolucionó como proyecto a la sombra del SDI
(Strategic Defence
Iniciative) o IDE en
español (Iniciativa de Defensa Estratégica), popularizado por los
medios de comunicación con la infeliz expresión «Guerra
de las Galaxias» y cancelado en
1995. En la teoría, HAARP puede enlazar con alguna de las armas
exóticas del SDI, como los sistemas que emplean propagación por
dispersión troposférica e ionosférica o los haces de partículas
(átomos de hidrógeno ionizados negativamente que son
acelerados por un potente campo eléctrico), pero se tratan de armas
aún semiutópicas.