Plataforma «Castor» (Escal UGS)
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En 1973 se abrió un pozo petrolífero cerca de la desembocadura del Ebro, en aguas poco profundas (60 m), a 22 km de la costa. Sin embargo, el muy prometedor yacimiento estaba agotado en 1989, tras extraer unos 56 millones de barriles.
La estructura geológica productora de este petróleo es una pequeña falla aislada, de unos 15 km y que corre en línea ligeramente curva, inactiva ha cosa de dos millones de años. Los terremotos no son particularmente numerosos e intensos en esta zona, no obstante varias fallas activas, una de ellas de 60 km.
Repentinamente, a principios de septiembre de 2013, los sismógrafos en la zona registran diariamente varias decenas de pequeñas vibraciones del terreno, frecuencia nunca antes vista, con periodos de 3 a 5 segundos y amplitudes de unas pocas milésimas de milímetro (microsismos). La frecuencia e intensidad de los terremotos, que tienen su origen debajo del mar, resultan afectadas por la alteración de la noche y durante la misma se registran la mayoría de ellos. Inmediatamente se sospechó de la plataforma marítima Castor, colocada sobre el antiguo yacimiento petrolífero para utilizar el mismo como almacén de gas.
Se creyó en un principio que los temblores de la corteza terrestre podrían ser ocasionados por la presión de los gases acumulados en la bolsada de petróleo agotada. Esta hipótesis de trabajo fue secundada tanto por el propietario de la plataforma Castor (Escal UGS) como por el IGME (Instituto Geológico y Minero de España) y el día 16 de septiembre se paralizó el Proyecto Castor. Sin embargo, la actividad sísmica tiene continuidad en intensidad y frecuencia y la sacudida más violenta, por ahora, se produce el 1 de octubre (4'2 Mw), con más de un centenar de temblores en este día. El día 4 un helicóptero de la Guardia Civil verificó la inactividad de «Castor», en situación de aislamiento (una milla en rededor) y con sólo una treintena de personas en tareas de entretenimiento.
¿Un gran terremoto «artificial»? Algunos estudiosos afirman que el Proyecto Castor afectó a una pequeña falla, y esta a su vez otras en la zona, y aventuran que las sacudidas menores ocurridas durante estos meses se prolongarán unos pocos años antes de un gran terremoto. Otros estudiosos consideran que estos efectos tienen una importancia mínima y predicen, en el peor de los casos, una mayor frecuencia de microsismos y terremotos de poca intensidad.
Perspectiva. Públicamente poco o nada se sabe de las mediciones geodésicas de Escal UGS, como tampoco de las tensiones de las rocas y la proporción en que han aumentado estas tensiones por efecto del gas acumulado. Se está realizando un inmenso trabajo con objeto de saber si la frecuencia e intensidad de los terremotos resultan afectadas por el Proyecto Castor, pero a principios de octubre aún no se ha determinado bien la relación entre ambos.
El temblor de la corteza terrestre provocado por causas subterráneas artificiales tiene consecuencias imprevisibles y el Proyecto Castor no puede ni debe prosperar; otro asunto son los intereses económicos y estratégicos, que llegados a cierto extremo reducen la vida humana a una estadística.
ANEXOS
Terremotos en España. Más del 90% de los terremotos se producen en el gran cinturón sísmico que se extiende desde el O de Portugal por el Mediterráneo y Asia hasta el océano Pacífico. La región megasísmica europea rodea el Mediterráneo y los terremotos más violentos se sienten sobre Grecia, Italia y Rumania; es decir, los Balcanes y alrededores. En relación a estos, y por supuesto la parte oeste de América, los movimientos geológicos activos en la Península Ibérica son poco importantes, pero el terremoto de Lisboa de 1755 es uno de los más notables que registra la historia (dos sacudidas violentas dejaron convertida a la ciudad en un montón de ruinas, destrucción completada por el mar, que se retiró de la costa para regresar después con fuerza abrumadora). Recientemente, el terremoto de Lorca (2011) fue destructivo no tanto por la violencia de las sacudidas (5'2 Mw) cuanto por la proximidad a la superficie.
Las causas de la mayoría de los terremotos en la Península Ibérica son «tectónicas» (deslizamiento de una superficie rocosa sobre otra que relaja la tensión entre ambas). En Canarias, los seísmos tienen origen volcánico, local pero potencialmente muy violentos (en 2011 la formación de un volcán submarino produjo varios millares de terremotos, que afectaron principalmente la isla de Hierro).
La amenaza volcánica en Europa es italiana: los montes Vesubio (península), Etna (Sicilia) y Strómboli (Lípari), que en los últimos cuatro siglos destruyen varias ciudades y arrebatan millares de vidas. Sin embargo, el volcán de caracteres potencialmente más peligrosos es el Teide (Tenerife). Se cree que una gran explosión del Teide puede destruir dos tercios de la isla y la gran marejada producida llegaría a las costas norteamericana y europea con olas de 5 a 20 m de altura. En el mar abierto, antes de llegar a las aguas poco profundas cercanas a la costa, estas olas, con distancia entre cresta y cresta de varios kilómetros y elevación de sólo unos metros, no serían observables ni tendrían un efecto perceptible sobre un barco, pero la transmisión de vibraciones al agua, con ondas de compresión que se propagan a la velocidad de 1 600 km/seg, podrían estremecer los buques alcanzados por ellas.