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En la estación Changue 3 se abrieron dos rampas y por ellas descendió el pequeño vehículo explorador Yutu, apropiado para rutas accidentadas gracias a sus seis ruedas independientes. La durabilidad prevista de la estación automática y el vehículo explorador es, respectivamente, de un año y tres meses.
Si se exceptúa la multiplicación de experiencias como consecuencia de la miniaturización de la electrónica a bordo, Changue 3 es un ingenio menos completo que las sondas automáticas lunares soviéticas «Zond», de hace medio siglo, capaces de ir no sólo hasta
Nadie se ha quedado sorprendido al enterarse de que China había logrado su primer alunizaje automático suave, no tanto por el nivel de la investigación tecnológica en ese país, que esconde muchas deficiencias y es feudatario de terceros (patente o espionaje), cuanto por su ambición declarada de convertirse en superpotencia, propósito en el que la propaganda reviste importancia.
El primer alunizaje automático suave lo realizó la estación soviética Luna 9 (1966) y el último, Luna 24 (1976), del mismo país. Sin incentivo económico y uno científico muy pequeño, en los años 70 nuestra compañera cósmica quedó olvidada por el gran público, que se siente más atraído por las misiones marcianas y del espacio profundo. Así, hay técnicos y científicos para quienes este acontecimiento no pasa de ser cosa trivial, tan sólo interesante en el plano político-militar; es decir, las astronaves lunares «Changue» pueden obedecer no tanto a motivos científicos como a una táctica de política agresiva.
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El pequeño vehículo automóvil chino «Yutu», de 140 kg y 1'5 m de alto, diseñado para moverse sobre la Luna y transportado a ella por la estación automática «Changue 3».
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La exploración selenita por medio de sondas automáticas no significa un avance en la realización de vuelos lunares tripulados, pero es un primer paso y
ANEXO
China, ávida de divisas, propuso sus cohetes a precios baratísimos y en 1988, por vez primera, un lanzador de este país fue explotado comercialmente para satelizar un ingenio extranjero. Sin embargo, los europeos de Arianspace se hicieron con más del 50% del mercado mundial de satélites comerciales, algunos de los cuales eran norteamericanos, y los chinos tuvieron que aceptar que los países confiaban a Europa o a Estados Unidos o a Rusia el lanzamiento de sus satélites más pesados y costosos.
El uso de satélites artificiales es hoy cosa trivial, sin interés propagandístico (en febrero de 2006 se llevaban registrados 9 614 satélites y sondas de 42 países), y en los chinos se observa ahora un predominio de las estaciones automáticas lunares. Admitida la culminación de la exploración científica de