10 de febrero de 2014

Emboscada en la plaza Dealey

«JFK» (Warner Bros)  
El 22 de noviembre de 1963, el presidente John Kennedy fue abatido por descargas de fusilería mientras iba en automóvil descubierto por la calle Elm (Dallas). La idea del asesino solitario está desacreditada y la última comisión investigadora (HSCA) reconoce la participación de dos pistoleros emboscados, pero niega un complot con el pretexto de que actuaron separadamente y las fuerzas críticas no aportan pruebas concluyentes.

Según las hipótesis más audaces, tres fueron los «francotiradores» o equipos emboscados en la Plaza Dealey, dispuestos para formar sendas líneas de fuego que se cortan mutuamente: uno en un almacén sin viviendas («Texas School Book Depository»), otro en un edificio de oficinas («Dal-Tex») y el tercero a la intemperie, en un reteso arbolado llamado «Grassy Knoll» (loma herbosa). Los asesinos actuarían con arreglo a una determinada hipótesis —el tirador único— y la cabeza de la víctima como diana.

Las descargas empezaron a las 12 h 30 min, mientras iba la comitiva presidencial por la calle Elm, una de las tres que delimitan la Plaza Dealey. En un intervalo de tiempo de unos seis segundos se hicieron cinco descargas de fusilería y dos de ellas hirieron a Kennedy en la garganta y la espalda. Finalmente, desde el reteso llamado «Grassy Knoll», se dio el tiro para rematar al Presidente, con una bala dumdum (envoltura tocada de plomo líquido) o quizá explosiva (estalla al tropezar con el blanco), que penetró en la cabeza del presidente produciendo desgarros mortales de necesidad.

Edward Foley
El presidente Kennedy recorre en automóvil descubierto un itinerario como periplo político en su visita a Dallas. Le acompaña el gobernador Connally y las esposas de ambos.
Individuos que se identificaron como miembros del Servicio Secreto hicieron algunas detenciones de «pedigüeños extraños» y en dependencias del almacén «Texas School Book» fue habido por policías un fusil tipo «Mauser 98K» (7'92 mm), como cerciora una filmación de la compañía cinematográfica local «Dallas Cinema». Salvo la documentación gráfica, no hay constancia de los citados «vagabundos» ni del fusil.

Entre el público, un cineasta aficionado, Abraham Zapruder, cinematografió el suceso (el llamado «filme Zapruder»), un suceso tan afortunado como sorprendente la serenidad del autor, que abandonó la plaza sin posesionarse de su filmadora la policía. Este filme fundamenta la conspiración como hipótesis de trabajo.

Cosa de hora y media después, Lee Oswald, empleado en el «Texas School Book», fue arrestado cuando estaba en el cinematógrafo «Texas» bajo la acusación de asesinar a un policía. Posteriormente, en la jefatura de policía, se le acusó del asesinato de Kennedy. Dejando aparte un interrogatorio fuera de regla, Oswald no pudo comparecer en juicio: el día 23 le asesinaba un proxeneta, Jack Rubinstein, en el aparcamiento subterráneo de la jefatura de policía, cuando le sacaban para su traslado a la prisión de Dallas.

Renitor
Hipótesis de los tres pistoleros emboscados, más verosímil que la del francotirador único y su «bala mágica» admitida en la historiografía formal.
En el hospital Parkland, tras una autopsia a la que siguen juicios críticos, se declaró la muerte legal del presidente y su cadáver, dícese que a voluntad de la viuda, fue trasladado a Washington en circunstancias que hacen ilícito el mismo.

El asesinato de Kennedy conmocionó profundamente tanto a la opinión pública como a las jefaturas políticas, que temieron ver en esa muerte la señal de un complot de amplias ramificaciones nacionales e internacionales. Un ejemplo cercano es el general Franco, jefe del Gobierno español: «La actuación de la policía de protección del presidente no ha podido ser más desastrosa, pues hubiera debido tener constantemente vigiladas todas las casas del trayecto por donde había de pasar el presidente, y mucho más sabiendo que había un almacén sin vivienda. También hubiera debido detenerse al compañero del asesino, que se fue a ver el paso de la comitiva a otro sitio distinto. Esto es escamante». ¿A que compañero se refería? Otro dato curioso: a España fue enviada la hija de Kennedy tras el asesinato del mismo.

Investigación oficial. El «Informe Warren» (24 septiembre 1964) concluye que «el único asesino de Kennedy fue Oswald». El tirador, armado de un fusil «Carcano M91/38» (6'5 mm) y colocado en la sexta planta del «Texas School Book Depository», disparó sobre Kennedy por tres veces en un intervalo de tiempo de seis segundos. Esta cadencia de fuego sólo se puede ganar de tenazón, es decir, sin asegurar la puntería, pues el «fusil de repetición» no puede realizar tiro «semiautomático» (tiro a tiro) ni «automático» (tiro ametrallador), sino que vuelve a cargar la munición almacenada en un depósito o cargador mediante un mecanismo accionado a mano.

HSCA
Momento en que se dio el tiro para rematar al presidente Kennedy. Parece ser que se hizo desde la cerca que se echa de ver en la imagen, en un reteso arbolado llamado «Grassy Knoll» (véase el esquema en la imagen anterior).
Según el citado informe, los tres tiros que supuestamente hizo Lee Oswald fueron una bala perdida, otra de herida única y una tercera con seis balazos en Kennedy y Connally. Los cálculos para explicar media docena de balazos con disparo único (teoría de la «bala mágica») son inverosímiles, tanto más por cuanto dicha bala apareció en el hospital Parkland con su envoltura metálica casi incólume. La balística forense también fue reprobable, sin establecer que el fusil de Lee Oswald disparó las balas que mataron a Kennedy.

El instructor de la comisión investigadora (vicepresidente Lyndon Johnson) y los miembros más importantes de la misma —Earl Warren (presidente del Tribunal Supremo), Gerald Ford (Cámara de Representantes y futuro presidente) y Allan Dulles (despedido de la CIA a instrucción de Kennedy), todos socios de la masonería—, se mostraron convencidos de que Oswald había obrado por su exclusiva iniciativa y con motivaciones de tipo personal, pero los otros cuatro técnicos de la comisión no estaban todos de acuerdo con la culpabilidad de Oswald y más tarde manifestaron estupor ante la ocultación de pruebas.

Otras investigaciones. En agosto de 1965, el congresista republicano Gerald Ford dio a entender que Marina Oswald, esposa de Lee, incitó a éste a que cometiera el asesinato. Estas y otras acusaciones sin fundamento, la manipulación de atestaciones, la muerte no natural de personas cuyo testimonio no concordaba con las conclusiones del «Informe Warren» y negligencias espectaculares (extravío del cerebro de Kennedy) agudizaron recelos y en 1967, según una encuesta publicada en el «New York Times» (30 mayo), un 66% de la opinión pública estadounidense creía en un complot político para asesinar a Kennedy.

En 1969, el fiscal James Garrison fracasó en el intento de relacionar a Clay LaVerne Shaw (1913-74), financiero reputado y vinculado a la CIA, con un complot para asesinar a Kennedy. Las posibilidades de otras investigaciones posteriores fueron desechas con campañas mediáticas de descrédito, elementos acusatorios difíciles de probar y criterios poco objetivos.


US National Archives
Tras el asesinato de Kennedy, el vicepresidente Lyndon Johnson pasó a desempeñar el puesto de presidente. La nueva administración deshizo las grandes líneas de la política exterior e interior de su predecesor, poniendo especial énfasis en una implicación estadounidense en la Guerra Civil vietnamita.
En 1977, una segunda comisión investigadora (HSCA) señaló a un segundo pistolero en la emboscada de la Plaza Dealy, pero sin reconocer un complot: este segundo pistolero, según la HSCA, obró de su acuerdo, sin inteligencia con Oswald, y erró el blanco; es decir, ambos coincidieron en el propósito, el lugar y la hora, pero sin tener noticia el uno del otro...

Asesinos. No se poseen datos ciertos de los patrocinadores del asesinato, beneficiarios últimos del mismo. Desechadas ideas raras (Gobierno cubano, consejas fascistas), las hipótesis de trabajo de las fuerzas críticas apuntan a organismos para servicios de espionaje y contraespionaje, industriales, financieros y la Reserva Federal, la más reciente.

Respecto de los pistoleros, el único sospechoso es Lee Oswald. En 1994, James E. Files, antiguo agente de la CIA, se atribuyó públicamente el asesinato de Kennedy. En 2007, Howard Hunt, implicado en el «escándalo Watergate» de espionaje político y miembro de la CIA, culpó a este organismo de planificar el asesinato y señaló como autor material del mismo a un sicario del crimen organizado corso, Lucien Sartí. Otros empleados subalternos de los servicios de espionaje y contraespionaje estadounidenses, como James A. Wilcott, afirman que Lee Oswald era un agente de la CIA o la ONI («Office of Naval Intelligence») a quien se hizo blanco de inculpaciones para desviar sospechas.

50º aniversario. Más o menos desecho el «Informe Warren», pero con fuerzas críticas sin avances significativos en la detección científica de los autores materiales del asesinato, el quincuagenario aniversario del asesinato de Kennedy ha sido, por ambas partes, una mera operación comercial y en 2013 siguen en pie las mismas incógnitas: «por qué» y «para qué»; el «cómo» ya es irrelevante.