8 de marzo de 2014

Putin a Obama: «Olvidaros de Crimea»

Mikhail Metzel (RIA Novosti)
El 1 de marzo el presidente Obama insistió a su colega ruso en que la situación en Ucrania suponía un peligro para Europa; el día 5 el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se reunía en París con sus colegas europeos y estadounidense, sin que obtuvieran ningún resultado positivo; y el día 6 el Parlamento de Crimea confirmó algo que ya se sospechaba: el anuncio de un referéndum para el 16 de marzo acerca de la incorporación de este territorio a Rusia.

Comprometida la credibilidad de Occidente con medidas contemporizadoras sin progresos substanciales, el 6 de marzo se celebró una reunión en Bruselas por todos los jefes de Estado de los países miembros de la Unión Europea sobre la búsqueda de la reducción de tensión en Ucrania o, al menos, su limitación a la ya existente. La respuesta conjunta de los países de la Unión quedó limitada a un llamamiento a Rusia para que inicie conversaciones con Ucrania y, no obstante una clara condena al separatismo de Crimea, remachó su doctrina de la coexistencia pacífica con Rusia.

Estas medidas distan de satisfacer a Ucrania, que las interpreta como débiles y, ante la falta de garantías de la OTAN, duda del compromiso europeo en la defensa de Ucrania en caso de conflicto con Rusia. El primer ministro de ucraniano, Arseni Yantsenyuk, que asistió a la reunión en calidad de invitado, considera responsable a Rusia de la situación en Crimea, sin embargo, y es un dato inquietante, ni su gobierno ni los europeos manifestaron interés en dilucidar la identidad de los tiradores emboscados en la plaza Maidán, responsables últimos del asalto al Parlamento que puso en el poder al actual gobierno. Tal indiferencia es muy desafortunada en cuanto se fundamenta, cada vez más, la idea de un golpe de estado con implicaciones internacionales.

Las medidas de la Unión Europa no modificaron la política exterior de Rusia y el día 7 el Senado de este país respaldó al parlamento de Crimea en su propósito separatista. Al mismo tiempo, el director de la CIA, John Brennan, desmintiendo las acusaciones de ineptitud en Crimea hechas por parte de algunos senadores, aseguraba que no se podía hablar de una «invasión» por cuanto el contingente de tropas rusas en esa región era inferior a 25 000 hombres, límite estatuido por el acuerdo ruso-ucraniano de 1997.

Ministerio de Defensa de Rusia
Rusia exige de sus fuerzas de maniobra una grande movilidad y una buena parte de estas son aeromóviles, principalmente a base de helicópteros, que se vieron en gran número sobre Crimea tras el «golpe popular» en Kiev. 
Para situar un tanto los elementos en juego en la situación conflictiva ucraniana, convendría conocer previamente que la incorporación a la OTAN de los Países bálticos (2004) redujo una parte substancial de las costas de Rusia en dicho mar, privándole de importantes bases, y ahora se pretende hacer otro tanto en el mar Negro, escenario estratégico inaceptable para Moscú, que ya no cree en las continuas expresiones de buena voluntad de la Unión Europea.

Un factor que no puede ignorarse al enjuiciar la crisis de Crimea es que Putin podría denunciar o abandonar las negociaciones sobre armas estratégicas. En efecto, el presidente Putin recordó al presidente estadounidense la importancia de la «relación de seguridad entre ambos países» y la postura de aquél quedaba así expresada: «olvídese de Crimea». Así, las perspectivas políticas de esta península se sitúan a principios de marzo en la posibilidad, casi certeza, de su incorporación a Rusia.

Los cambios que se están produciendo en el este de Europa como consecuencia de la miopía política —¿o malicia?— de la Unión Europea en Ucrania es una tensión que puede conducir al rearme ante un eventual conflicto con Rusia y agrava la polémica sobre los proyectiles antimisiles desplegados en Europa, como también la perspectiva de dejar Ucrania dividido en dos estados, con Crimea y la parte oriental integrada a Rusia.

¿La Unión Europea quiere a Ucrania? El 6 de marzo se acordó en la ya citada reunión de Bruselas una ayuda financiera por parte de la Unión Europea a Ucrania, por valor total de 11 000 millones euros. Sin embargo, la afirmación por parte de algunos políticos prooccidentales de que es posible un intento de salir de la crisis sin dramáticos costes sociales ni las graves medidas de austeridad impuestas habitualmente por el Fondo Monetario Internacional (FMI) constituye un lamentable abuso de la buena fe de los ucranianos.

Tampoco conviene olvidar que la ampliación de la Unión Europea en otro nuevo estado (Ucrania) requiere el voto unánime de sus miembros, especialmente de los siete países con derecho a veto, como Francia y España, el primero contrario al ingreso de Ucrania en la Unión Europea. Y no es el único.

Evolución de la crisis. Para la misma véanse los artículos El problema de Ucrania, Ucrania: retorno a la «guerra fría», Crisis en Crimea, El Ejército ucraniano abandona Crimea y Crisis en Ucrania, ¿error de quién?