OTAN
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Por primera vez desde el final de la «guerra fría» (1990) se crea una fuerza convencional de despliegue rápido de la OTAN, que se suma a la ya existente, para asegurar las fronteras orientales, y se llevan a cabo unas maniobras militares en Europa central, Países bálticos (Javelin II) y Mar Negro (Sea Breeze) con clara intencionalidad política, en respuesta a los ejercicios intimidatorios rusos (Vostok y otros).
El apoyo ruso con armamento y tropas a los rebeldes ucranianos, causa única de la supervivencia de estos, ha conseguido que la OTAN, muy cuestionada y dividida en los últimos años, sea ahora una organización considerada necesaria por los países miembros, especialmente Polonia y Estonia, que mostraron su irritación por la descarada intervención militar rusa en Ucrania. Al mismo tiempo, los gobiernos de Suecia y Finlandia han hecho reiteradas declaraciones de su deseo de adherirse a la Organización.
La tensión y el ambiente de desconfianza mutua ha alcanzado sus más altos niveles desde el final de la «guerra fría». La desestabilización de su flanco oriental (Países bálticos bajo presión), al mismo tiempo que Finlandia y Suecia volvían a protestar porque la aviación rusa sobrevolaba Escandinavia con propósito intimidatorio o de espionaje (29 agosto), consiguió desbloquear una toma de postura del Consejo Atlántico.
Las diferencias OTAN-Rusia, por el momento irreconciliables, y con la última como potencia agresora (Crimea, Lugansk, Donetsk), impulsaron el proyecto de crear bases permanentes en el Báltico y la citada fuerza convencional de despliegue rápido de la OTAN, del orden de unos 18 000 soldados que, caso necesario, se pueden poner en pie de guerra inmediatamente.
Para
el período próximo, los mandos militares de la organización piden
aumentar en varias veces los gastos bélicos, o un acuerdo de mínimos (2% del PIB), y los ministros de
Defensa encargaron al Comité Militar un estudio sobre los posibles
planes, tanto tácticos como estratégicos, para preparar fórmulas
de coordinación de las tropas y flotas de los países OTAN en
acciones conjuntas, desde el mar Báltico a Oriente Medio, incluido el Cáucaso.
Al término de esta reunión de la OTAN, que reafirma la idea de seguridad colectiva, se hizo público un replanteamiento de la política a seguir por la Organización en el caso de que no se detuviera la agresión rusa a Ucrania y su amenaza a los Países bálticos, así como el respaldo a Kiev en sus negociaciones con Rusia.
Prospectiva inquietante. Los analistas profesionales temen el estallido de la guerra, con Ucrania, Países bálticos e islas Senkaku como casus belli principales (véase La guerra fría se desplaza a Asia oriental). El 29 de agosto, la OTAN negó apoyo militar directo a Ucrania para evitar la guerra, pero continua la tensión en Europa: la OTAN y Rusia refuerzan sus ejércitos en Europa oriental e inician maniobras terrestres, aéreas y navales. Mientras la diplomacia europea dirige su atención a la crisis ucraniana e iraquí, China envió tres pequeños buques de guerra al archipiélago de Senkaku, territorio que se disputan este país y Japón, y la prensa china insiste en un «deslizamiento inevitable hacia la guerra con Estados Unidos». En realidad, las únicas amenazas subyacentes son, por este orden, los nacionalismos totalitarios (China y Rusia) y el anhelo hegemónico universal inherente a todo Estado supranacional (Estados Unidos y Unión Europea).
Al término de esta reunión de la OTAN, que reafirma la idea de seguridad colectiva, se hizo público un replanteamiento de la política a seguir por la Organización en el caso de que no se detuviera la agresión rusa a Ucrania y su amenaza a los Países bálticos, así como el respaldo a Kiev en sus negociaciones con Rusia.
Prospectiva inquietante. Los analistas profesionales temen el estallido de la guerra, con Ucrania, Países bálticos e islas Senkaku como casus belli principales (véase La guerra fría se desplaza a Asia oriental). El 29 de agosto, la OTAN negó apoyo militar directo a Ucrania para evitar la guerra, pero continua la tensión en Europa: la OTAN y Rusia refuerzan sus ejércitos en Europa oriental e inician maniobras terrestres, aéreas y navales. Mientras la diplomacia europea dirige su atención a la crisis ucraniana e iraquí, China envió tres pequeños buques de guerra al archipiélago de Senkaku, territorio que se disputan este país y Japón, y la prensa china insiste en un «deslizamiento inevitable hacia la guerra con Estados Unidos». En realidad, las únicas amenazas subyacentes son, por este orden, los nacionalismos totalitarios (China y Rusia) y el anhelo hegemónico universal inherente a todo Estado supranacional (Estados Unidos y Unión Europea).