OTAN
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En
efecto, inmediatamente después de este comunicado se
observaron las primeras filtraciones de la reunión, como la de que
algunos de los concurrentes mostraron su irritación por la acción
turca («hay otras formas de enfrentar este tipo de incidentes sin
necesidad de disparar») y la preocupación de Grecia, país con el que
Turquía mantiene una permanente hostilidad. No se deben menospreciar
estas diferencias: la erosión gradual de la OTAN fue ostensible en
la dispersión de intereses surgida con el papel de la Unión Europea y los Estados Unidos en Ucrania y es ahora, con la de Turquía en Siria,
cuando la crisis de la Alianza puede llegar a sus cotas más bajas.
Lo
cierto es que los turcos no consiguieron que se endurecieran las
posiciones y ello puede deberse a que los miembros de la OTAN padecen
una crisis de confianza en Turquía, como se echó de ver en esta
reunión, y no quieren comprometer la Organización en la particular
y peligrosa política exterior de Ankara. Incluso en países que, como Reino Unido, apoyan
tradicionalmente a Turquía, ya han aparecido voces críticas, como la del
antiguo diplomático Craig Murray, que califica el derribo del
aparato ruso de «absolutamente indefendible».
El presidente ruso Putin puede parecer un paria para la comunidad internacional desde su anexión de Crimea e invasión de Ucrania oriental, pero el presidente turco Erdogan no es personaje de menor repugnancia. Se tiene la impresión —algunos la certeza— de que Turquía actúa como celoso guardián del comercio petrolífero del «Estado Islámico», relación que debe ser una fuente de riqueza importante, al menos para algunos sectores del país, porque el grueso del comercio exterior turco se realiza no sólo con los países de la Unión Europea, sino también con Rusia, intercambios comerciales en los que Turquía tiene todas las de perder.
El presidente ruso Putin puede parecer un paria para la comunidad internacional desde su anexión de Crimea e invasión de Ucrania oriental, pero el presidente turco Erdogan no es personaje de menor repugnancia. Se tiene la impresión —algunos la certeza— de que Turquía actúa como celoso guardián del comercio petrolífero del «Estado Islámico», relación que debe ser una fuente de riqueza importante, al menos para algunos sectores del país, porque el grueso del comercio exterior turco se realiza no sólo con los países de la Unión Europea, sino también con Rusia, intercambios comerciales en los que Turquía tiene todas las de perder.
OTAN
El secretario de la OTAN durante el comunicado con el que terminó la reunión de urgencia sobre el derribo de un Sujoi 24 ruso por la aviación turca (24 noviembre 2015).
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El problema turco. Turquía
está vinculada desde 1996 a la Unión Europea por una unión
aduanera, ha solicitado el ingreso en la Unión como miembro de pleno
derecho y en 2000 Bruselas aceptó a este país como futuro candidato
a la integración, pero sin fijar fecha alguna para el inicio de
negociaciones (y así hasta el día de hoy). Estudios recientes
indican que una mayoría entre los europeos recelan de Turquía, al
que no consideran uno de los suyos. En efecto, escasamente
un 3% de Turquía es europea y la religión de la inmensa mayoría es
el islamismo, ahora con el agravante de un presidente que
contemporiza con el fundamentalismo islámico.