22 de julio de 2014

Militarización de la Luna

NASA
El lanzamiento en octubre de 1957 del primer satélite artificial, el «Sputnik I», comprobó la capacidad de transporte y precisión de los nuevos cohetes rusos como vectores de lanzamiento de armas atómicas y representó un fatal triunfo propagandístico para la causa capitalista. La satelización en noviembre siguiente del «Sputnik 2», con peso y volumen semejante a las armas atómicas de la época, podía obedecer a motivos científicos o a una táctica de política agresiva.

Espoleados por este éxito antagonista, los americanos satelizaron su primer ingenio en enero de 1958, el «Explorer I», y seis meses después acordaron la creación de la «National Aeronautics and Space Administration» (NASA). En este año, los norteamericanos supieron de un estudio secreto soviético para un ensayo atómico en la Luna («Proyecto E4»). En virtud del principio de la acción y reacción, Estados Unidos empezó a trabajar en el «Proyecto A119», similar al ruso, pero disfrazado con fines científicos.

El bombardeo atómico de la cara oculta de la Luna se presenta como el principal objetivo de ambos proyectos y la razón para ello es fácil de explicar. Los modelos primitivos de los misiles balísticos intercontinentales (ICBM), al no utilizar el combustible sólido, no podían dispararse con un tiempo de reacción inferior a 30 minutos, grave desventaja frente a un ataque preventivo. Una base de cohetes en la Luna retrasaba el tiempo de reacción a más de 24 horas y, por su instalación en la cara oculta, facilitaba la seguridad (en aquellos años el gobierno y maniobra en el espacio de una máquina era una técnica muy difícil).

Sin embargo, el montaje y sostenimiento de una base de misiles en nuestra compañera cósmica, siquiera con cohetes simples y cargas atómicas disminuidas, suponía un esfuerzo económico y tecnológico insoportable, dudosamente práctico y de consecuencias fatales para la propaganda de los autores. Así, el bombardeo orbital fraccionado (explosivos atómicos en órbita terrestre) y nuevos tipos de misiles de propelente sólido acabaron con las remotas posibilidades de los programas «E4» y «A119», siendo ambos eliminados a principios de 1959.

Ni rusos ni norteamericanos sopesaron reanudar estos proyectos, pero buscaron garantías jurídicas y en 1966 fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas un tratado que acordó, entre otros, que «el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera».

La existencia del «Proyecto A119» fue descubierta en los años 90 por el escritor Keay Davidson, mientras preparaba una biografía sobre Carl Sagan, que al parecer trabajó en el citado proyecto, y confirmada en 2000 por el director del mismo, Leonard Riffel. Una vez publicados, muchos especularon ampliamente sobre el alcance de estos planes, pero consignar sus características y posibilidades es insubstancial: objeto de secreto, la mayor parte de la documentación fue destruida en los años 80.

El secretismo de las misiones del avión aeroespacial Boeing X-37 mueve dudas sobre una militarización del espacio, una clara violación al Derecho espacial, pero la Luna no tiene hoy incentivo científico ni militar y su candidatura a extrañas aventuras militares terminó en 1959, afortunadamente. Por hoy, las hipótesis sobre habitaciones humanas lunares con fines bélicos son fantasías o un abuso de la buena fe de la gente. (Véase «Aviones misteriosos: Boeing X-37»).


ANEXO


China. Admitida la culminación de la exploración científica de la Luna con el final de los vuelos norteamericanos «Apolo» (1972) y de los vuelos no tripulados soviéticos (1976), la implicación de China en un programa tan ruinoso como es el del alunizaje automático suave (2013) sólo se entiende en el plano político-militar. Sin embargo, el fracaso de la «Changé 3» prueba las limitaciones de la tecnología china, feudataria de patentes extranjeras y el espionaje. (Véase «Changué 3»: una sonda china en la Luna y Fracaso de la «Changué 3».)

Apolo. Los vuelos tripulados en orbitar la Luna por vez primera en la historia fueron los norteamericanos «Apolo 8» (diciembre 1968) y «10» (mayo 1969). Tras estas experiencias circunlunares tripuladas, primordiales para el estudio y ajuste de dispositivos y sistemas para maniobra automática, el primer vuelo tripulado con desembarco en la Luna sería llevado a cabo por el «Apolo 11», cuyo módulo lunar (LM-5 «Eagle») se posó sobre la superficie de la Luna, en el Mar de la Tranquilidad, el 20 de julio de 1969. Siguieron hasta 1972 los «Apolo 12» a «17», excepción del «Apolo 13», con alunizaje abortado tras un accidente a bordo (destrucción del tanque de oxígenos número 2 del módulo de servicio CSM-109 «Odyssey»).