7 de enero de 2024

El OVNI de Thomas Mantell

Renitor
La evolución de un «objeto volante inidentificado» sobre el N de Kentucky y la muerte del aviador Thomas F. Mantell se desarrollan simultáneamente (7 enero 1948). Para comprenderlos, sin embargo, han de estudiarse por separado. Este artículo queda circunscrito al primero, que ha venido a significar una etapa específica en los adeptos a los «platillos volantes» desde mediados del siglo XX hasta nuestros días.

El episodio de Mantell incluye un secreto o misterio que necesita explicación (véase La muerte de Thomas Francis Mantell), pero basta estudiar las pruebas testificales para llegar a la negación del «platillo volante» y al convencimiento de la falsedad de las versiones más difundidas.

VERSIÓN POPULAR

La tarde del 7 de enero de 1948 cientos de personas presenciaron el vuelo de un disco volador sobre el N de Kentucky (Estados Unidos), provocando la alerta de la policía y después de los militares. Tres cazas P-51D procedentes de Marietta (Georgia) salieron en su persecución y uno de ellos, pilotado por el capitán Mantell, se estrelló poco después de comunicar a la base aérea de Godman: «Parece metálico y es de enorme tamaño. Voy tras él...».

LOS HECHOS

La aparición. Las evoluciones de un «objeto misterioso» sobre Kentucky comienzan hacia las 13 h, en Madisonville, cuando un policía de carretera dio aviso sobre el mismo a su jefatura en Elizabethtown. Según el sargento John T. Worful, de dicha jefatura, el testigo describe un objeto en forma de «cucurucho de helado» de 14 m de ancho en la parte superior y 30 de largo. (Estos datos se correlacionan con las medidas de un globo Skyhook.)

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Referencias geográficas relacionadas con la aparición del objeto inidentificado
El mensaje va de boca en boca, vía radio o teléfono, con media docena de interlocutores y en este orden: la jefatura en Elizabethtown, la policía militar de Fort Knox (vía radio primero y teléfono después), el comandante del aeródromo de Godman (coronel Hix), el auxiliar de éste (sargento Cook) y los controladores del tráfico aéreo (sargento A. Blackwell y soldado S. Oliver).

La tergiversación. Al recibir los controladores de Godman el mensaje (13 h 20 min), la relación original de los hechos y sus circunstancias ha cambiado. Se trata ahora de un «objeto misterioso» de 75 a 90 m, suspendido o en vuelo rápido, y en media docena de poblaciones, la primera aparición en Mannsville según unos o Maysville según otros, sin referencia alguna a Madisonville. Nada tiene de extraño esta tergiversación, pues en la voz que va de boca en boca se incurre fácilmente en errores de apreciación, interpretación e incluso pronunciación.

La observación. A las 13 h 50 min, los operarios de la torre de control de Godman, provistos de gemelos prismáticos, creen ver algo hacia el SO, inmóvil, a distancia y altitud indeterminadas. Sucesivamente y en apenas 20 minutos, se reunieron en la torre de control tres oficiales (el teniente Orner, el capitán Carter y el coronel Hix) para observar el objeto inidentificado.

Forma del objeto. Su observación resulta difícil y ha dado lugar a descripciones diferentes: en forma cónica, oblonga o esférica (coincidentes a grandes rasgos con la de un globo estratosférico a altitud baja, media y alta respectivamente). Otro tanto sucede con su tamaño aparente: igual, la mitad o la tercera parte de la Luna.

La persecución. A petición del aeródromo de Godman, tres cazas P-51D Mustang procedentes de Marietta (Georgia) con destino a Louisville (Kentucky) se desvían de su ruta (14 h 50 min) para salir en persecución del objeto inidentificado y uno de ellos, pilotado por T. Mantell, se estrella en Franklin (15 h 16 min).

Louisville Courier Journal
El sargento Quinton A. Blackwell y el coronel Hix, controlador y comandante del aeródromo militar de Godman respectivamente.  
La muerte del capitán Mantell. Las pruebas testificales de que disponemos revelan una maniobra muy temeraria de este aviador: remontarse a casi 8 000 m sin oxigenación suplementaria, con la consiguiente anoxia anoxémica (falta de oxígeno útil). De ahí a la inconsciencia y caída del avión.

Mensajes de los aviadores. Los tenientes B. Hammonds y A. Clements abandonaron la persecución alrededor de las 15 h, sin acertar a ver nada extraño («¿Qué estamos buscando?»). El capitán Mantell cree ver algo y prosigue en solitario, pero el famoso mensaje que se le atribuye («Parece metálico y es de enorme tamaño») pertenece al dominio de la leyenda.

Los radiomensajes de los pilotos se reciben no sólo en Godman, sino también en otros aeródromos cercanos —el de Patterson en Ohio por ejemplo— mediante el sistema de comunicaciones Plan 62, aunque los últimos actúan únicamente como receptores (véase el capítulo Plan 62 en el artículo La muerte de Thomas Francis Mantell).

Kentucky National Guard
Cazas P-51D «Mustang» del 165º Escuadrón de la Guardia Nacional de Kentucky. Se trata del mismo tipo de aparato y escuadrón que persiguió al objeto inidentificado.
Histeria colectiva. El embrollo de los militares y la muerte de Mantell invitan a prepararse a los periodistas de imaginación exaltada para dar una gran sorpresa: «Avión de caza y su piloto destruidos cuando perseguían un platillo volante», primero las emisoras de radio, después la prensa escrita. A la primera siguen algunas decenas de llamadas telefónicas sobre la aparición de «platillos volantes»; con la segunda, la histeria ya es general.

Sin imágenes. Se dice que por toda Kentucky hay testimonios de la presencia de un «disco volador», pero nadie lo fotografió o filmó pese la vulgarización, en aquellas fechas, de la cámara fotográfica y los primeros tomavistas domésticos (en 8 y 16 mm).

Velocidad del objeto. Las referencias a un «objeto que se mueve muy rápidamente» no excluyen un globo, ya que en la troposfera superior hay varias fajas estrechas de aire que se mueven a velocidades que pueden llegar a los 500 km/h. Además, en el caso del capitán Mantell hay que añadir los graves trastornos a causa de la anoxia (la capacidad de juicio se entorpece y la visión se torna borrosa).

Conclusión. Las sugerencias más racionales sobre estos informes se inclinan hacia la posibilidad de que el objeto inidentificado era un globo estratosférico, pero muchos rechazan la hipótesis calificándola de maniobra en apoyo de la falsía gubernamental. Inevitablemente, las contradicciones de los militares y la imaginación de periodistas y profesionales de la superchería han ido desembocando en múltiples versiones y la tendencia a propagar rumores sobre hechos imaginarios o a exagerar los reales. Un hecho es incontrovertible: sin la muerte del capitán Mantell, este «objeto desconocido» no habría interesado a nadie.

GLOBOS ESTRATOSFÉRICOS «SKYHOOK»

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Aerostáto «Skyhook» en la suelta, elevación y a 30 000 m, con las formas de «cucurucho de helado» y «esférico» que se atribuyen a la mayoría de los «enigmáticos objetos» observados en las décadas de 1940-60.
Los aerostátos «Skyhook» no constituyen secreto alguno, publicados y fotografiados en 1947 por el New York Times y otros periódicos. Algunos (o muchos) de estos globos se destinaron a fines militares, de los que poco o nada sabemos. Se dice que en las décadas de 1940 y 50 fueron soltados unos 1 500 en Estados Unidos y Europa, unos 300 desde buques. Remontándose a alturas de 30 000 m o más, tardaban a veces en regresar a tierra varios días.

Forma. En el momento de su ascensión, el Skyhook tiene, a grandes rasgos, forma oblonga. Al ascender a alturas considerables, con presión barométrica muy baja, los gases contenidos en el globo se expanden (Ley de Boyle) y le dan forma ovoide o esférica, llegando a medir hasta 30 m de diámetro.

Doble experiencia. El uso científico del Skyhook se hizo correr parejo a otro militar. En el primer caso, iba dotado de instrumentos y aparatos meteorológicos destinados al estudio de los rayos cósmicos y otros fenómenos en las capas superiores de la atmósfera; en el segundo, iba provisto de cámaras fotográficas de alcance y precisión extraordinarios capaces de utilizar el espectro de rayos infrarrojos.

Seguimiento secreto. Siguiendo los avatares de vientos cambiantes, los globos tomaban a veces rumbos aberrantes. En estos casos, el Ejército o la CIA seguían sus evoluciones prestando oído a las noticias locales sobre «platillos volantes», pero sin descubrir su existencia.