12 de febrero de 2013

Abdicación sospechosa de Benedicto XVI

Peter Nguyen
La abdicación de Su Santidad Benedicto XVI es involuntaria, según el CDC (Centro de Documentación Católico), víctima de las astucias y estratagemas mundanas de una asociación secreta que ha reducido el papado a un estado de servidumbre. Toda abdicación lleva la simiente de un cisma y se sospecha de una «custodia mediática» a Benedicto XVI con la excusa de un «retiro espiritual».

Estas filtraciones con propósito de infundir en el ánimo de la curia pontificia ideas, nociones y doctrinas heréticas ya fueron advertidas en la década de 1960 y en los años 80 se conocía la filiación masónica de más de un centenar de prelados, inscripción que en Derecho Canónico conlleva excomunión, pero incomprensiblemente no se les impidió del ejercicio de sus cargos; esto es, su organización se ha extendido a las funciones del Estado, sin perder la estructura social de secta ni la ideología. Cabe añadir que desde el siglo XI, por decreto de Nicolás II, la elección del papa queda reservada exclusivamente a los cardenales; es decir, quien domina el Colegio Cardenalicio hace otro tanto con el solio pontificio. Así, la autoridad gobernante de la Iglesia puede quedar constituida por una institución «no divina», capaz de favorecer una forma de deísmo disfrazado o la universalización de las doctrinas materialistas que ahondan el egoísmo imperante como conducta de vida y el carácter prosaico de una sociedad del desarrollo.

Desde la muerte de Juan Pablo I (1978) han sucedido episodios extraños, conocidos apenas de modo extremadamente fragmentario, y asesinatos sin que quedasen esclarecidas las circunstancias que rodearon los hechos. También se han dado curiosas omisiones en el Derecho Canónico e incongruencias en la aplicación del mismo, como la colocación de masones en la secretaría de Estado pese a la condena de excomunión a «los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas», reafirmada en 1983 con una declaración rubricada por Benedicto XVI, entonces en calidad de cardenal, y aprobada por el papa Juan Pablo II.

Según todas las noticias, el más concienzudo secreto rodeó a la decisión del Papa en abdicar y aseguran que la dio a conocer en su reducido mundillo. La abdicación en sí misma carece del rango para causar verdadera sensación, pero sí el impacto que se pretendía, como sorprender a sus enemigos o advertir a los fieles de graves problemas internos.

La abdicación de Benedicto XVI no pone fin a la cuestión y demuestra sus dificultades internas, en forma que éste llegó, quizá, a ser virtualmente un prisionero, incapaz de tomar medidas para garantizar la libertad de la Iglesia y purificarla de los males provocados por sus enemigos.

La profecía. La abdicación de Benedicto XVI trae a colación una colección de profecías relativas a los papas futuros descubiertas en Roma en 1590 y publicadas en 1595, fruto de unas visiones que tuvo en esta ciudad en 1139 el prelado irlandés Maelmhaedhoc O'Morgair (1094-1148), más conocido por San Malaquías. Profecía sencilla, recogida en siete páginas, cita 111 papas a partir de Celestino II (1143). Según ella, Benedicto XVI es el penúltimo papa y le sucederá Pedro «el Romano»: «En la última persecución de la Santa Iglesia Romana tendrá su sede Pedro el Romano, que hará pacer sus ovejas entre muchas tribulaciones; tras las cuales, la ciudad de las siete colinas será derruida, y el juez tremendo juzgará al pueblo (et judex tremendus judicabit populum)».

ANEXOS

Calumnias a la Iglesia católica. En un vasto plan de conjunto, se han atribuido innúmero de cosas falsas a la Iglesia con el objeto de dañar la misma. El 11 de febrero de 2012, por ejemplo, se dio cuenta en un periódico electrónico italiano de la relación del Vaticano con el fabricante de armas «Beretta». Como tal artículo no tiene autor conocido ni se atribuía prueba alguna, el impacto que se pretendía era el de dañar a la Iglesia católica. Claro es que el intento era recusable moral y periodísticamente, pero favorecía la propaganda, que tal vez fue el intento del editor, finalmente conseguido, de colocar en «internet» en corto plazo un hecho falso en perjuicio de la Iglesia católica, esfuerzo que facilitó la legión de páginas electrónicas inútiles, meros «repetidores», que toman una «noticia» y la vuelven a transmitir. El día 23, «Beretta» negó con inequívoca firmeza una relación, siquiera incidental, con las finanzas del Vaticano, pero a despecho de esta, la calumnia quedó magnificada el día 27 por un periodicucho costarricense, «Diario Extra», que sin conexión alguna con la verdad anunció que «el Vaticano es el principal accionista de armamentos en el Mundo». 

Durante la visita a un museo, el cardenal Józef Glemp, interesado en la barbarie que acompañó la «guerra fría», sujeta un fusil ruso a invitación de su interlocutor. Los calumniadores y los tontos utilizan esta fotografía con intención de aprovecharse de la mentira que asocia las finanzas vaticanas con el fabricante de armas «Beretta».