26 de febrero de 2013

El cardenal favorito de la masonería


Según el CDC (Centro de Documentación Católico), el cardenal Marc Ouellet es favorito de la masonería para Sumo Pontífice. El juicio crítico que persigue a esta asociación secreta y la de los «perfectibilistas o iluminados», infiltradas en la Iglesia, hacen flotar en el aire conjeturas de toda clase, como la de un plan preconcebido para sentar en el solio pontificio a un amigo o socio de dichas sectas por medio de una acción concertada, ejecutada en común.

Semejante aviso parece aconsejable en vista de lo sucedido con ocasión de la abdicación de Benedicto XVI, en que una campaña mediática ha divulgado hechos engañosos y opiniones subjetivas que dañan la Iglesia católica, como la falsa relación de las finanzas vaticanas y el fabricante de armas «Beretta». Estrechamente relacionados con dicha campaña están los llamados «católicos de avance», refractarios a toda postura conservadora en moral y rigidez teológica, defensores de modificar decisiones doctrinales, incluidas las voluntades Divina y Humana de Cristo, para «adaptar la Iglesia a las circunstancias cambiantes de las épocas», que viene a significar «y el hombre creó a Dios»; esto es, una apostasía disfrazada de deísmo. Este ataque racionalista a la Tradición se extiende inevitablemente a la Biblia, contra su autoridad y autenticidad, reduciéndola a un libro mítico, mera inspiración filosófica, como ha quedado probado en el mundo protestante.

La herejía ha adquirido demasiada fuerza para ser eliminada fácilmente y el credo de la Iglesia se ve obstaculizado por la acción de personas influyentes que desean «un cultivo intenso de los valores humanos», con lo que la fe sale en definitiva debilitada y los católicos no reciben nuevos estímulos en su lucha contra las doctrinas heréticas. La disposición de Benedicto XVI en adelantar el Cónclave, fijar una mayoría de dos tercios para la elección del nuevo Papa y el secretismo en algunas materias busca, pues, impedir que estas asociaciones secretas puedan hacerse con el solio pontificio.

Sea como fuere, cuando sea dado el grito de «¡Extra omnes!» comenzará un cónclave de extraordinaria importancia para la historia de la Iglesia, acaso el más importante y dramático por las consecuencias imprevisibles de tantas implicaciones obscuras.