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La actividad solar pasa cada 11 años por un máximo y 2013
coincide con uno de esos máximos. El primer gran evento ha sido la aparición (12 enero) de una mancha o región más obscura excepcional por su área (AR 1654), unas diez veces el diámetro de la Tierra, a la que siguió otra de gran extensión en febrero, pero más pequeña (AR 1678).
Las manchas y su variación undecenal constituyen la
manifestación más de antiguo conocida. Las fulguraciones cromosféricas y las protuberancias eruptivas, relacionadas
respectivamente con las manchas y las fáculas (regiones más brillantes), son las manifestaciones más características de la actividad solar, fenómenos de evolución rápida, que pueden inducir variaciones bruscas del estado de la ionosfera y, en el caso de fabulosas explosiones, de extraordinaria repercusión en las
telecomunicaciones y otras actividades humanas, como aquella acaecida
en abril de 1963. Las regiones activas que los inducen, las manchas y
las fáculas, están sometidas a cambios lentos, con una vida media
por lo general de entre 1 y 75 días.
A lo largo de 2013 se sucederán
otras manchas, acaso más extensas que las anteriores, pero con
características similares, lo que hace engorroso tratarlas
separadamente. En consecuencia, remitimos el interesado a un artículo genérico en Renitor (La gran mancha solar de 2013) en que se expone y actualiza la aparición, si la hubiere, de grandes regiones activas en la superficie solar (fotosfera).