Signal
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Durante la I Guerra Mundial la guerra de trincheras, fruto del creciente empleo de las armas de fuego rápido, embotó la maniobra. La artillería, pese a colocar hasta 400 cañones en un frente de 2 km, no bastó de sus medios a romperla y el avión, de su fragilidad y escepticismo de los militares, estaba relegado a misiones de reconocimiento y corrección del tiro de la artillería.
Con el objeto de contrarrestar el fuego de las armas automáticas y, por añadidura, superar el punto muerto de la guerra de trincheras, el teniente coronel británico Ernest Swinton concibió a finales de 1914 un vehículo armado, autopropulsado y blindado, con tracción de cadena-oruga a imitación de aquella del tractor agrícola estadounidense Holt. Esta idea ganó la aprobación entusiasta de un influyente miembro del Comité de Defensa Imperial, Wiston Chrchill, y en 1915 se fabricaron algunos modelos prototípicos, como el Pequeño Willie o la Máquina Tritton. Para confundir al espionaje enemigo se hizo correr la especie de que estos vehículos eran «tanques de agua autopropulsados para abastecer tropas en primera línea de fuego». En los meses inmediatos el término «tanque» ganó carta de naturaleza, si bien el de «carro de combate» prevalecería en muchos países, como Japón (sensha) o España.
En 1916 empezó a construirse el primer carro de combate práctico: el Mother («Madre»). Tenía un peso aproximado de 28 t, un armamento consistente en dos cañones de 57 mm (versión «Macho») o varias ametralladoras («Hembra») y una velocidad de unos 6 km/h. El 15 de septiembre de ese año casi medio centenar de estos ingenios blindados tomaron parte en la calamitosa ofensiva del Somme. Pese a su empleo prematuro, número insuficiente, fallas mecánicas, impericia de las tripulaciones y una táctica indefinida, decidieron un éxito parcial que dio cierto impulso al carro de combate.
Imperial War Museum
El británico «Mother» o Mark I (1916), primer carro de combate práctico.
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El carro que operó con más éxito en la I Guerra Mundial fue el francés Renault FT-17 (1918), de 6'5 t y armado de una ametralladora (8 mm) o un pequeño cañón (35 mm) montados en una torreta con un ángulo de desviación de 360º. Casi todas las naciones que organizaron unidades acorazadas en la posguerra tienen en el FT-17 su tanque primitivo.
En conjunto, los carros de combate de la I Guerra Mundial presentaban un andar pobre, propiedades mecánicas mediocres, blindaje débil y autonomía pequeña. Habitualmente iban armados de ametralladoras y piezas de campaña o navales de fuego rápido. Las junturas de las chapas blindadas se realizaban por medio de remaches y pernos, procedimiento que continuó hasta principios de los años 40 pese al serio peligro que constituían para las tripulaciones. La causa hay que buscarla en la profusión de herramientas de percusión en la metalurgia (martillos remachadores) y la escasez de soldadores hábiles.
US National Archives
El Renault FT-17 fue el carro que operó con más éxito en la I Guerra Mundial. En la posguerra se vendió a unos 20 países y se fabricó en Estados Unidos, Italia y Rusia.
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De acuerdo con el peso y misión a realizar, los carros se clasificaron en ligero, medio o crucero y pesado, distribución que no se hizo con arreglo a un baremo universal. Por cuestiones presupuestarias y tácticas prevaleció el tipo ligero, pero en algunos modelos se persiguió con mayor ahínco las cualidades del blindaje que la potencia de fuego, lo que implicó vehículos pesadamente acorazados, del orden de 15 t y aun algunos de 70 t, como el francés Char 2C (1921), el primero provisto de varias torretas. A este tipo de vehículos se les dio el sobrenombre «acorazados de tierra».
Francia estuvo considerada la mayor potencia acorazada hasta que a mediados los años 30 la desplazó la Unión Soviética, cuyo segundo plan quinquenal (1933) instruyó un fortalecimiento colosal de sus fuerzas acorazadas. Los rusos se sirvieron de tecnología y modelos foráneos, principalmente británicos y estadounidenses, para el desarrollo de vehículos nativos.
Estados Unidos, que apenas fabricó carros entre ambas guerras mundiales, había inaugurado en 1914 una nueva era industrial al introducir la técnica de producción masiva, que en el caso de los vehículos redujo hasta en un 40% su coste unitario, y creó la mayoría de los avances para la mejora del automóvil (arranque eléctrico automático, cambios de marcha con engranajes helicoidales sincronizados, sistema de transmisión totalmente automático o Hydra-matic), ventajas que inevitablemente redundarían en beneficio del tanque. Un famoso invento americano fue la suspensión Christie, que posibilitó turnar rueda y cadena-oruga sin grandes complejos mecánicos adicionales. Adoptada por británicos (carros crucero) y rusos (BT, T-34), resultó poco práctica y cayó en desuso en el decurso de la II Guerra Mundial.
La vulnerabilidad del carro a la artillería durante la III Guerra Civil española (1936-39) afirmó la idea universal de repartirlo entre la infantería como arma de apoyo. Alemania, empero, llegó a intuir la formidable capacidad del carro en comunión con la aviación y en 1935 perfiló la división acorazada como la principal organización táctica de la fuerza mecanizada de combate. Los primeros tanques alemanes fueron creados en dependencias secretas de Suecia y Unión Soviética y hasta 1937 no apareció el primero con capacidad contra-carro, el PzKpfw III, del que sólo habían inventariados un centenar al rompimiento de la paz en Europa (1939). Por estas fechas, las grandes potencias acorazadas eran la Unión Soviética (más de 15 000 carros), Francia (3 500), Alemania (3 200), Japón (2 500), Italia (1 300) y Reino Unido (1 000). la mayoría eran del tipo ligero y sólo Rusia y Francia construían regularmente vehículos pesados. Estados Unidos, Checoslovaquia, Polonia y Suecia crearon algunos modelos, pero sus fuerzas no eran importantes.
Bundesarchive
La versión F del PzKpfw III, principal carro alemán durante la «blitzkrieg», montaba un cañón de 50/42 mm frente al de 37/45 de las versiones primitivas y el 50/60 de las últimas.
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La paternidad de la teoría de la guerra relámpago (blitzkrieg) es dudosa y algunos críticos en la materia fijan su antecedente en la batalla de Cannas (216 a. C.); en cualquier caso fueron alemanes los estrategas que desarrollaron en gran escala esta técnica de hacer la guerra y la contribución decisiva del carro a las primeras victorias relámpago alemanas reivindicó su papel como elemento básico de una moderna fuerza mecanizada de combate. En Polonia y Noruega los alemanes contaron unos contingentes muy superiores a los de sus enemigo, no así en Francia, donde la superioridad aérea fue resolutiva. En Rusia la «guerra relámpago» no pudo salvar la vasta extensión del territorio soviético ni una resuelta defensa en profundidad.
Rusos y alemanes cifraron el perfeccionamiento de sus carros en una coraza y un cañón de cada vez más pesados, pero la potencia motriz no aumentó proporcionalmente y sus últimos modelos carecían de las propiedades mecánicas de los norteamericanos. En 1941 los carros rusos más perfectos eran el tipo medio T-34, de 26 t y bajo perfil, y el KV, de 46 t y el mejor protegido de la época. Ambos modelos iban armados de un cañón de 76'2 mm instalado en una torreta giratoria; los modelos posteriores fueron más pesados e iban dotados de un cañón de 85 mm. En 1943 apareció una versión del KV con cañones más potentes, denominada Iosef Stalin. En los últimos meses de la guerra los rusos pusieron en servicio el T-44 (un T-34 mejorado) y el Iosef Stalin 3 (57 t y cañón de 122 mm).
SOVFOTO
Un T-34 (modelo 1943) en los aledaños de Leningrado, donde luchaba una división española. Monta un cañón F-34, de 76/44 mm, más eficaz que el L/11 del modelo de 1940, de 30'5 calibres.
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Si los estadounidenses tenían menos potencia de fuego y blindaje, les superaban en movilidad, capacidad de maniobra y seguridad. El carro americano más empleado fue el M4 Sherman, de 30 t y armado de un cañón de 75 o 76 mm instalado en una torreta giratoria accionada por un motor. Inferior en armamento, se fabricó en tan gran escala que logró dominar a los alemanes por superioridad numérica. En los últimos días de la guerra entró en servicio el Pershing de 43 t y cañón de 90 mm, equiparable en el conjunto de sus características al Tiger. En 1940 Estados Unidos reconvirtió parcialmente la industria del automóvil a la fábrica de tanques y durante la guerra proveyó 88 400 carros de combate frente a 79 600 rusos, 29 300 británicos, 26 000 alemanes, 4 800 japoneses y 1 700 italianos.
US National Archives
El norteamericano M4 «General Sherman» es el tanque de fábrica más copiosa: 49 324 vehículos repartidos en 13 versiones.
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Blindaje. El perfeccionamiento de las armas contra-carro obligó a construir tanques con blindaje más grueso, pero este no logró recuperar sobre el proyectil la supremacía que había perdido en 1900 con la aparición del proyectil perforante de capacete. En conjunto, la coraza tuvo un pobre comportamiento balístico durante la guerra, principalmente en la característica de resistencia a la penetración. Al blindaje de los carros se aplicó la información recabada en los ensayos dirigidos a la protección de los navíos, cuyo principal tipo de coraza era la plancha templada por una cara, menos eficaz que el de la clase homogénea contra los impactos de proyectiles contra-carros al incidir estos en el blanco con velocidades remanentes más grandes que en el combate naval. También se hizo un empleo general del blindaje de acero fundido, menos resistente que el forjado o laminado, pero más maleable y de producción más rápida. El arma contra-carro portátil de infantería más revolucionaria fue el cohete teledirigido alemán X-7 Rotkäppchen, pero sólo se usó experimentalmente.
Bundesarchive
Un PzKpfw IV, único carro alemán con producción anterior a la guerra y continuación hasta el final de la misma. Esta es la última versión (J), con cañón de 75/48 mm.
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La eficacia del carro ligero quedó comprobada en operaciones anfibias y ya casi al final de la guerra se utilizó el M24 con cañón de 75 mm, pero el tipo perdió importancia y muy pocos son los modelos posteriores a la II Guerra Mundial que pueden recogerse en esta categoría.
El cañón. No obstante poner en servicio cañones de creciente calibre, constituyeron armas fundamentales del carro los cañones de 75 y 76 mm, de ordinario una simple adaptación de otros cañones para esta misión específica. El más notable fue el alemán KwK 43, de 88/71 mm, montado en el Tiger II. Generalmente eran del tipo simple o monobloque, construidos en acero de gran dureza o de dureza media por el procedimiento de autozunchado, pero en los tubos de 50 o más calibres (longitud) dieron resultados más satisfactorios los compuestos de piezas forjadas, zunchadas por el método de apriete. La munición habitual era de proyectil engarzado, si bien en los más pesados la carga venía por separado. La espoleta más corriente entre las empleadas era la de percusión (sobre el punto de impacto) y el proyectil más eficaz el perforante con capacete.
Entre los progresos aplicados al carro durante la guerra se encuentran el giroscopio, que mantiene el cañón en su plano original de rotación por mucho que se desplace campo traviesa; el periscopio, que permite a la tripulación ver a su alrededor desde el interior del tanque sin necesidad de abrir saeteras en el blindaje; el telescopio destinado a ajustar el tiro, generalmente de 2 a 3 aumentos y equipado con dispositivos de localización; y, con carácter experimental, los aparatos que permiten ver en la oscuridad utilizando la radiación infrarroja.
Ullstein
Carros «Iosef Stalin 2» durante la batalla de Berlín, con cañón de 122 mm y 53 t. Basados en el tipo KV, se construyeron, muy mejorados, hasta los años 50 («Iosef Stalin 10» o T-10).
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España (1921-45). Entre 1921 y 1923 España alistó 24 tanques FT-17, Schneider CA-1 y Chenillette, pequeña unidad acorazada que en 1925 protagonizó en Alhucemas el primer desembarco bélico de carros de combate. En los años siguientes se crearon algunos modelos prototípicos autóctonos, pero con la II República decayó el Ejército y en 1936 su fuerza acorazada era ineficaz. El ingente comercio de armas durante la Guerra Civil dejó a manos de España casi 700 carros modernos, fundamentalmente de los tipos PzKpfw I, T-26 y BT. Durante la II Guerra Mundial Alemania y Estados Unidos, por diferentes razones, impidieron el fortalecimiento del Ejército español, que sólo pudo alistar medio centenar de PzKpfw IV H y StuG III. (Véase Evolución del tanque en la «guerra fría».)