Jesse B. Awalt |
Gaddafi fue sitiado en Trípoli, de donde huyó a Sirte para reanudar la lucha con tropas leales (21 agosto 2011). Amenazado nuevamente por los «rebeldes», se preparó otra huida para evitar su captura (20 octubre). La hilera de automóviles (unos 70) en la que Gaddafi intentó huir de Sirte fue atacada por la aviación OTAN y aquél capturado por milicianos del CNT, que anunciaron su muerte cuando era conducido a un hospital. Sin embargo, para escándalo de muchos, a las pocas horas aparece una grabación de Gaddafi, herido y maltratado por sus captores primero, muerto después, ambas secuencias en el mismo lugar, y los hechos en el entremedio, de los que no aparecen imágenes, son difíciles de probar, con testimonios de fuentes no auténticas y explicaciones del CNT que inspiran sospechas. Según el médico forense Ibrahim Tika (23 octubre), el cadáver tenía dos balazos: en el estómago (a bocajarro) y en una sien (tiro de gracia).
Este trato cruel e inhumano a un cautivo y desarmado representa un acto contrario al derecho de guerra, es decir, un crimen de guerra, pero que el CNT estimó no debía quedar sometido a castigo con la pobre excusa de un acto de represalia «cegado por la pasión». El remate lo pone la muerte de Mutassin, cuarto hijo de Gaddafi: el CNT asegura que «fue encontrado muerto en Sirte», pero también aparecen imágenes que deshacen esta explicación y apuntan a otro asesinato, ahora en dependencias del CNT.
Ante la alarma social, Naciones Unidas propone una investigación que el CNT rechaza por considerarla una «provocación» y un «acto de hipocresía», lo que acaba con la poca credibilidad del CNT, si alguna vez la tuvo. Desde entonces, al ir apareciendo otras imágenes y testimonios, a los «rebeldes» les siguen juicios tan críticos como imponer penas colectivas y sin garantías jurídicas (por ejemplo, la matanza de más de medio centenar de supuestos fieles de Gaddafi en un hotel de Sirte). Otros crímenes localizados fueron denunciados y varios países también formularon acusaciones.
El cadáver de Gaddafi, tras ser expuesto públicamente junto a los de Mutassin y Yunis Jabr (ministro de Defensa) en la cámara frigorífica de una carnicería de Misrata, se le enterró la mañana del 26 de octubre, sin que se sepa quienes habían concurrido a labrar su sepultura ni dónde, para que nadie pudiera saber el lugar en que había sido enterrado.
Una emboscada sospechosa. El presidente sirio Assad entregó el código telefónico vía satélite de Gaddafi a cambio de aliviar la presión francesa sobre su país, lo que permitía un seguimiento preciso de Gaddafi. Así, una llamada telefónica del mismo previno a la OTAN de su inminente huida de Sirte y a las 8 h 30 min del 20 de octubre, tras un meteórico vuelo de reconocimiento (al parecer británico), sucedió un ataque aéreo francés (Rafale y Mirage 2000) apoyado por un avión teledirigido estadounidense, que inmovilizó la caravana de Gaddafi con la destrucción de los vehículos anteriores y posteriores (táctica de manual). Los del entremedio se dividieron en dos hileras, de a unos 20 vehículos cada una, y el fuego aéreo se centró, precisamente, en la de Gaddafi, que se apeó con sus leales, entre estos su hijo Mutassim y el ministro de defensa Yunis Jabr, para hacerse fuerte en una casa (o algún accidente del terreno) sobre la que cayeron varios grupos «rebeldes». Gaddafi se defendió y es evidente que se rindió. Entonces aparecen las imágenes de su captura por tropas «rebeldes» y también de su cadáver, pero sin publicar la secuencia del asesinato para no identificar al asesino, al que quizá se le relacionaría con un servicio secreto extranjero (todas las sospechas apuntan a los franceses). La OTAN se apresuró a negar una acción combinada de su aviación y los «rebeldes». (Véase ¿Por qué la OTAN atacó Libia?.)