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La razón de esta postura vigilante que mantiene la OTAN en el Báltico está en la agresiva política exterior del presidente Putin de Rusia: en 2013, en un golpe incruento, invadió y se anexionó Crimea, en el mismo año envió tropas para ocupar Ucrania oriental y en 2015 estableció vectores de lanzamiento nuclear SS-26 Stone en Kaliningrado. En la frontera de los Países bálticos, las tropas rusas son muy superiores en número y en material. Lituania, Letonia y Estonia pueden lanzar a la acción unos 23 000 hombres, la mitad lituanos, sin aviación de caza ni carros de combate. Contra estas tropas, los rusos han concentrado, parece, 100 000 soldados, 200 carros y una fuerza aérea de 150 aviones. La razón de este aumento de sus fuerzas es clara: Putin podría intentar una crisis que ponga Europa al borde de la guerra para conseguir ventajas ideales o materiales en la región —y de paso en su política doméstica—.
Así, en enero de 2017, están activados los despliegues de la OTAN en el Báltico, con efectivos humanos y de material de tres batallones. En la valoración de estas primeras unidades OTAN no han de entrar datos cuantitativos, sino consideraciones experimentales para un aumento de fuerzas, como son los condicionamientos del apoyo logístico o problemas de interoperatividad (las fuerzas de la OTAN en Europa oriental, pequeñas o que se van quedando anticuadas, no están normalizadas en material, pluralismo que origina problemas de suministros, reposición, etc). Otro obstáculo es que la OTAN, estrechamente relacionada con la Unión Europea, debe adaptarse a más variables determinantes por estar ligada —a diferencia de Rusia— a un proceso político multinacional y sufrir presiones públicas, sobre todo periodistas miopes y pacifistas disolutos. El aumento de esta fuerza se basa en una escalada proporcionada y el futuro es función de los resultados que proporcionen las eventuales negociaciones para la retirada rusa de Ucrania y de los cohetes SS-26 en Kaliningrado.
Estonia. La defensa aérea de Lituania, Letonia y Estonia, sin aviación de caza, corre a cargo de otros países OTAN, que se suceden unos a otros a intervalos de cuatro meses con dotaciones de cuatro aviones y servidumbre terrestre de unos 100 operarios. La base principal de este destacamento, por nombre «Policía Aérea del Báltico» o BAP (Baltic Air Police), es el aeropuerto de Šiauliai (Lituania), con patrullas regulares y misiones de alerta temprana dirigidas desde Ramstein (Alemania). A partir de mayo, cazabombarderos EF-18M de la 15ª Ala (Zaragoza) se encargarán de la vigilancia aérea de los Países Bálticos, desde la base aérea de Ämari (Estonia). La novedad está en el tipo de aeronave: los destacamentos españoles en 2015 y 16, basados en Ämari y Šiauliai respectivamente, se formaron con Typhoon de las Alas 11 y 14. El F-18M es inferior en el conjunto de sus características al Typhoon, con el norteamericano Raptor a la vanguardia tecnológica mundial de la aviación de caza, pero es una versión reformada en arsenales españoles para el bombardeo de penetración a baja cota y blancos selectivos con misiles de crucero Taurus.
En Letonia, con sólo 5 300 soldados, es donde se libraría el duelo principal de un eventual ataque por sorpresa ruso. Los efectivos humanos del batallón Letonia son 450 canadienses, 350 españoles y 400 albaneses, eslovacos, italianos y polacos; es decir, unos 1 200. Los efectivos materiales españoles son una quincena o más de vehículos de combate de infantería tipo Pizarro, del 6º Regimiento de infantería, y media docena de carros Leopardo 2E, del 16º Regimiento acorazado, ambos de la 11ª Brigada mecanizada Extremadura. Este destacamento OTAN está estrechamente interrelacionado con los de Lituania (un millar de alemanes, belgas, holandeses, noruegos, luxemburgueses, croatas y franceses) y Estonia (800 británicos, franceses y daneses). Algunos no serán desplegados antes de 2018, casos de los croatas y franceses en Lituania y de los daneses en Estonia.
En el caso de guerra, la misión del destacamento OTAN es efectuar una defensa adelantada hasta que puedan intervenir las reservas. La OTAN viene realizando maniobras que han sido consideradas como un ensayo general para una intervención en el Báltico y las más importantes desde el final de la «guerra fría», las Trident Juncture, tuvieron lugar en España en octubre de 2015 (véase TJ15: más que unas maniobras). Utilizando datos públicos obtenidos de estas maniobras, escasísimos, como siempre, la NRF (NATO Response Force) convocada por la OTAN con los primeros plazos de alarma sería del orden de unos 45 000 soldados, 200 aviones, 60 buques y 10 submarinos de ataque al tráfico, con una participación española del orden de unos 5 000 soldados, 120 vehículos acorazados, 13 barcos y 40 o 50 aviones y helicópteros. Pero se trata sólo de una conjetura, tanto el caso de España en particular como el de la OTAN en general.