18 de enero de 2018

Vuelve la militarización del espacio

Attila Hejja
El 7 de enero de 2018 fue lanzado el ingenio secreto Zuma, impulsado por un cohete Falcon 9, y poco después desaparece. Aparte del embrollado lanzamiento del Zuma (desintegrado en la estratosfera según unos, satelizado exitosamente según otros), se tiene la certeza de nuevos experimentos secretos de aplicación militar. Y con ello se vuelve a reproducir la antigua pesadilla del sistema de bombardeo orbital fraccionado y el anti-satélite.

La preocupación sobre una militarización encubierta del espacio ya se apuntó en el artículo Aviones misteriosos: Boeing X-37, en el que se tratan las motivaciones de las misiones secretas de este avión aeroespacial, lanzadera en miniatura para la Fuerza Aérea, lo suficientemente pequeña (9 m de longitud) para encerrarla en un cohete y satelizarla en órbita baja o LEO (Low Earth Orbit), a unos 200 km de altura, la más apropiada para el espía espacial, demasiado elevada para los aviones, excesivamente baja para los satélites libres y que compromete las posibilidades de éxito de anti-satélites enemigos.

El secretismo que rodea el Zuma, y sobre todo el programa X-37, es una violación al Derecho Espacial, que Estados Unidos justifica en interés de la «seguridad nacional». El 7 de septiembre de 2017 fue lanzado un X-37B, la quinta misión de esta serie, con «un número indeterminado de satélites a bordo», que tanto puede significar ingenios de aplicación científica, espías intercontinentales o armas cinéticas, y sin descartar entre ellos ciertos ensayos camuflados de bombas orbitales. Con tan sombrío cargamento reaparecen las antiguas pesadillas del FOBS o sistema de bombardeo orbital fraccionado (nuclear) y el anti-satélite (energía cinética).

El FOBS (Fracctional Orbital Bombardment System) consiste en mantener en órbita cabezas de combate nuclear que pueden ser lanzadas desde su órbita contra blancos terrestres, a altura no superior a los 200 km, lo cual supone escapar fácilmente a la vigilancia del radar y hacer que el tiempo de alerta quede reducido a unos tres minutos. Dícese que ninguna potencia se decidió a adoptarlas definitivamente, pero la Unión Soviética realizó varias pruebas de FOBS, utilizando el misil SS-9 Scarp, trifásico de propulsor líquido. Y desde el decenio de 1970 se pueden proveer cabezas de combate nuclear que llevan un sistema de propulsión integral que permite corregir la trayectoria a partir de la reentrada.

Michael Stonecypher
En 2010 se llevó a cabo el primer vuelo espacial de la nave «Boeing X-37B», con una misión militar. La pareja de estos aviones aeroespaciales se han ido lanzando por turnos en cinco misiones, la última en 2017, con permanencias en órbita de entre 227 y 717 días. Su importancia se basa en la realización de un programa secreto para el Pentágono.
Anti-satélites. El gran avance conseguido en satélites de comunicación colocó estos entre los principales blancos de ataque de los anti-satélites, programa netamente ofensivo que la Unión Soviética venía experimentando exitosamente desde 1967 con la persecución y destrucción simulada entre satélites amigos. Una pequeña arma cinética y sin explosivo, en la forma de un interceptor coorbital, basta a desestabilizar o averiar un satélite, inutilizándolo en ambos casos, pero en el programa estadounidense Strategic Defence Iniciative (1983) se sopesaron sistemas de armas como el láser o los haces de partículas, ahora ensayados, dícese, en el X-37B.

Los tratados básicos del Derecho espacial insisten en el exclusivo uso pacífico del espacio exterior y proscriben del mismo, y de los cuerpos celestes, todas las acciones de carácter bélico o de iniciación militar, pero no se han alcanzado resultados concretos. Prácticamente desde 1960 han venido utilizándose satélites con aplicaciones militares y se llegó a trabajar en proyectos secretos que presentaban como principal objetivo el bombardeo atómico de la cara oculta de la Luna (véase Militarización de la Luna). Se hace evidente que con el tratado START III o New Start (2010) se da al mundo la falsa sensación de que se encuentra a salvo del combate nuclear; otro tanto podría decirse del citado Derecho espacial en respecto a la militarización del espacio ultraterrestre.