Lance Cheung
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El avión auto o radiodirigido (en el
vulgo «drone») se está transformando en una preocupación de primer orden, con
tendencia a aumentar aún más en importancia, como consecuencia del
secretismo que rodea las misiones de estos ingenios y la sospecha de un ejercicio degenerado en el «control social».
El
«drone» es una nave sin piloto, propulsada a chorro o hélice, cuya trayectoria
es controlada durante el vuelo. Los tipos de control pueden dividirse en
externos (radiodirigidos o «RPV») e internos (autodirigido o «drone»), bien que popularmente se usa el último para referirse a ambos. El tipo radiodirigido sigue una
trayectoria deseada en respuesta a señales de mando despachadas por operadores
humanos estacionados en tierra o en un avión; el autodirigido contiene todos
los instrumentos y mecanismos necesarios para imprimir al avión una trayectoria
predeterminada, grabada sobre la memoria del ordenador electrónico a bordo,
parecidos en sus principios básicos al piloto automático. Este último no es
atacable con interferencias electromagnéticas, pero con la tasa de una
capacidad limitada de modificar su curso para adaptarse a factores
imprevisibles.
El «drone» carece de poder de decisión e identificación, es objeto de contramedidas electrónicas y fácil blanco de ataque una vez descubierto, por lo que sólo resulta particularmente eficaz en espacio aéreo amigo o con poca vigilancia, pero es económico y sencillo de construir y se han fabricado por millares en decenas de países. Existe toda una familia de «drones», unos a hélice y otros propulsados a chorro. Todos ellos, aunque fundamentalmente semejantes en el diseño y los principios de operación, difieren en volumen, peso, alcance, envergadura, capacidad de carga y sistemas de lanzamiento, con algunos modelos de dos o más toneladas y servidumbre terrestre similar a la de un avión tripulado de uso táctico.
Estados Unidos se vale de los «drones» tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra. Comúnmente sus actividades se concentran a la adquisición de información sobre los individuos o colectivos potencialmente enemigos y el bombardeo de precisión, de una manera clandestina y generalmente ilegal, pero lo cierto es que hoy se emplea para obtener prácticamente toda clase de información, ya que de hecho su esfera de acción se extiende a cualquier manifestación de la actividad humana. El «drone» se utiliza por las agencias de inteligencia para enterarse de los propósitos y posibilidades de sus ciudadanos o asociaciones secretas y la policía también quiere emplearlos en su guerra contra los criminales.
El «drone» carece de poder de decisión e identificación, es objeto de contramedidas electrónicas y fácil blanco de ataque una vez descubierto, por lo que sólo resulta particularmente eficaz en espacio aéreo amigo o con poca vigilancia, pero es económico y sencillo de construir y se han fabricado por millares en decenas de países. Existe toda una familia de «drones», unos a hélice y otros propulsados a chorro. Todos ellos, aunque fundamentalmente semejantes en el diseño y los principios de operación, difieren en volumen, peso, alcance, envergadura, capacidad de carga y sistemas de lanzamiento, con algunos modelos de dos o más toneladas y servidumbre terrestre similar a la de un avión tripulado de uso táctico.
Estados Unidos se vale de los «drones» tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra. Comúnmente sus actividades se concentran a la adquisición de información sobre los individuos o colectivos potencialmente enemigos y el bombardeo de precisión, de una manera clandestina y generalmente ilegal, pero lo cierto es que hoy se emplea para obtener prácticamente toda clase de información, ya que de hecho su esfera de acción se extiende a cualquier manifestación de la actividad humana. El «drone» se utiliza por las agencias de inteligencia para enterarse de los propósitos y posibilidades de sus ciudadanos o asociaciones secretas y la policía también quiere emplearlos en su guerra contra los criminales.
US Department of Defense
El MQ-9 «Reaper», avión radiodirigido de 2 t y 20 m de
envergadura, que alcanza 1 800 km, desarrolla una velocidad de 480
km, puede subir a 15 000 m y transportar misiles.
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Uso terrorista. La opinión dominante en este sentido es la de que el «drone» llegará a encontrar uso en ataques nucleares terroristas, con modelos sencillos, fáciles de automatizar con sistemas de guía internos, incluso mecánicos, como mediante el empleo de un aparato de relojería que modifica el ajuste del piloto automático y regula el ángulo de caída. Un documento del CDC (Centro de Documentación Católico) advierte que «el terrorismo islámico busca la mayor aptitud mortífera por criterios propagandísticos y el próximo atentado de
alcance podría llegar en la forma de cargas nucleares en ingenios
portadores auto o radiodirigidos». En 2012 se da otra razón a esta opinión: el sobrevuelo exitoso de Israel con «drones»
iraníes administrados por la organización terrorista «Hamás».
Control social. Provistos de dispositivos televisivos de alcance y precisión extraordinarios capaces de utilizar el espectro de rayos infrarrojos, así como la miniaturización de equipos a bordo, el uso legal del «drone» (militar, policiaco) se puede hacer correr parejo a otro ilícito (obtención clandestina de información sobre individuos o colectivos). En tal supuesto, se puede enlazar el «drone» y el tema del «control social» (forma en que el grupo mantiene la disciplina sobre los individuos y clases sociales). Es decir, en tanto la vulgarización de la telemática («internet») es la forma en que la mentalidad del grupo domina a la individual, la proliferación del «drone» sería la manera en que la sociedad controla la conducta del individuo.
Control social. Provistos de dispositivos televisivos de alcance y precisión extraordinarios capaces de utilizar el espectro de rayos infrarrojos, así como la miniaturización de equipos a bordo, el uso legal del «drone» (militar, policiaco) se puede hacer correr parejo a otro ilícito (obtención clandestina de información sobre individuos o colectivos). En tal supuesto, se puede enlazar el «drone» y el tema del «control social» (forma en que el grupo mantiene la disciplina sobre los individuos y clases sociales). Es decir, en tanto la vulgarización de la telemática («internet») es la forma en que la mentalidad del grupo domina a la individual, la proliferación del «drone» sería la manera en que la sociedad controla la conducta del individuo.
Ricky Best
Pedestal de instrumentos para el guiado y seguimiento de un avión radiodirigido
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Nuevos
modelos. La
mayoría de los «drones» tienen una sección transversal radárica muy pequeña y ya
se trabaja en modelos prácticamente indetectables, con una gestión minuciosa de
las temperaturas de a bordo y de los gases de escape para reducir la reflexión
térmica o el empleo de materiales absorbentes o revestimientos no metálicos de
gran resistencia y transparentes al radar. Se tiene la impresión de que los Estados
Unidos y la Unión Europea cuentan con los modelos más perfectos, pero consignar las características de estos ingenios es insubstancial; la tecnología en el campo de las
aplicaciones militares es objeto de patente y de secretos en su mayor parte.
Método. Las misiones de este tipo se llevan a cabo dentro de una nación determinada por medio de una red de satélites y estaciones terrestres, dirigida la aeronave por uno o dos pilotos desde alguna dependencia militar en territorio estadounidense o aliado. El avión sólo precisa mantenerse dentro del campo específico de las ondas de radio emitidas y los pilotos obtienen su información mediante un sofisticado explorador y transmisor televisivo instalado en el «drone», con precisión y alcance extraordinarios, que se encargan de transmitir por procedimientos secretos. La muerte del individuo es resuelta por una junta compuesta de cierto número de personas, funcionarios militares y civiles en general, que aprecian los casos con la unidad de criterio para hallar en cada supuesto la decisión adecuada; es decir, son jurados de tipo técnico, sin pertenecer a la clase de jueces profesionales ni más limitación que una autorización del Presidente.
Método. Las misiones de este tipo se llevan a cabo dentro de una nación determinada por medio de una red de satélites y estaciones terrestres, dirigida la aeronave por uno o dos pilotos desde alguna dependencia militar en territorio estadounidense o aliado. El avión sólo precisa mantenerse dentro del campo específico de las ondas de radio emitidas y los pilotos obtienen su información mediante un sofisticado explorador y transmisor televisivo instalado en el «drone», con precisión y alcance extraordinarios, que se encargan de transmitir por procedimientos secretos. La muerte del individuo es resuelta por una junta compuesta de cierto número de personas, funcionarios militares y civiles en general, que aprecian los casos con la unidad de criterio para hallar en cada supuesto la decisión adecuada; es decir, son jurados de tipo técnico, sin pertenecer a la clase de jueces profesionales ni más limitación que una autorización del Presidente.
Filosofía
estadonidense. El presidente Barack Obama fomentó
el empleo del «drone» como medio antiterrorista y en 2013 propuso
para dirigir la CIA a John Brennan, artífice visible del actual sistema de «drones» americano.
Parece ser que este sistema anuló varios esfuerzos terroristas desbaratando sus redes y asesinando a sus miembros, pero con
graves errores, como la muerte de casi 90 niños durante las operaciones clandestinas en Pakistán.
La muerte en Yemen (2011) de tres súbditos americanos complicados con Al Qaeda recibió juicios muy críticos, pero en 2013 se deshizo cualquier posible conflicto entre la administración y la jurisdicción cuando se anunció que el Departamento de Justicia había sentado las bases legales para estas acciones. Este anuncio tiene una extraordinaria importancia: el sistema estadounidense o anglosajón, a diferencia del continental europeo, concede a la jurisprudencia un valor extraordinario, hasta el punto de haberse afirmado que la «Constitución americana es lo que quieren los jueces».
Se argumenta que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos reconoce la existencia de derechos naturales en el hombre y la obligación del estado de defenderlos, pero también puede encontrarse en esa Declaración «que siempre que una forma de gobierno lesione estos fines es derecho del pueblo alterarla o abolirla», tarea difícil en un país donde la función creadora de normas es cometido de un «gobierno de los jueces».
La opinión pública ha quedado dividida, con algunos sectores de opinión que, a la práctica, consideran la supremacía del estado y niegan el valor o importancia del individuo y de sus derechos. Llevadas las cosas a este extremo, es difícil distinguir un estado democrático policiaco de otro totalitario.
La muerte en Yemen (2011) de tres súbditos americanos complicados con Al Qaeda recibió juicios muy críticos, pero en 2013 se deshizo cualquier posible conflicto entre la administración y la jurisdicción cuando se anunció que el Departamento de Justicia había sentado las bases legales para estas acciones. Este anuncio tiene una extraordinaria importancia: el sistema estadounidense o anglosajón, a diferencia del continental europeo, concede a la jurisprudencia un valor extraordinario, hasta el punto de haberse afirmado que la «Constitución americana es lo que quieren los jueces».
Se argumenta que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos reconoce la existencia de derechos naturales en el hombre y la obligación del estado de defenderlos, pero también puede encontrarse en esa Declaración «que siempre que una forma de gobierno lesione estos fines es derecho del pueblo alterarla o abolirla», tarea difícil en un país donde la función creadora de normas es cometido de un «gobierno de los jueces».
La opinión pública ha quedado dividida, con algunos sectores de opinión que, a la práctica, consideran la supremacía del estado y niegan el valor o importancia del individuo y de sus derechos. Llevadas las cosas a este extremo, es difícil distinguir un estado democrático policiaco de otro totalitario.