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Para ilustrar su masa, la
cantidad de materia que contienen los agujeros negros identificados es de entre 4 y 18 000 millones de masas solares. No se
trata, pues, del más potente de los hasta ahora conocidos, pero
apasiona e intriga a los astrónomos por su masa, que se cree
prohibitiva en uno tan antiguo (apareció 900 millones de años
después del big bang, al mismo tiempo que las galaxias y poco
antes que las estrellas).
Se dice que estas enormes masas
inaparentes eran una ficción científica, pero desde los años 60 su
existencia era indudable desde el punto de vista teórico
relativista. El origen de este agujero negro no parece muy
difícil elucidar, pero su ulterior evolución, salvo errores
monumentales de cálculo, constituye un problema que tienen planteado
los astrónomos.
¿Que es un agujero negro?
Básicamente, es una estrella gigante que ha muerto por un
colapso gravitatorio cataclísmico, en el que su diámetro original
se reduce de miles de millones de kilómetros a sólo unas decenas,
adquiriendo así una densidad increíblemente grande y, por
consiguiente, una atracción gravitacional enorme que engulle toda la
materia que gravita en su inmediata proximidad, incluidos los fotones
(partículas de luz), constituyendo alrededor del agujero negro un
torbellino apocalíptico.
¿Cómo se forma? Todas las estrellas mueren de un colapso gravífico (la masa de la estrella se precipita hacia el centro), pero la violencia y consecuencias del mismo depende de su masa: el Sol será una inofensiva enana blanca, otras más grandes un pulsar o estrella de neutrones y las supermasivas un agujero negro.
¿Cómo se forma? Todas las estrellas mueren de un colapso gravífico (la masa de la estrella se precipita hacia el centro), pero la violencia y consecuencias del mismo depende de su masa: el Sol será una inofensiva enana blanca, otras más grandes un pulsar o estrella de neutrones y las supermasivas un agujero negro.
La razón para ello está en la
masa necesaria para provocar, con las oportunas contracciones, la
temperatura suficiente para la fusión sucesiva del hidrógeno, el
helio, el carbono, el oxígeno y otros elementos hasta alcanzar el
hierro, cada uno mucho más enérgico que el anterior y de fusión
mucho más rápida (menor duración). El hierro es el último que
puede desencadenar reacciones termonucleares y acaba provocando el
fenómeno de fotodesintegración (hundimiento casi instantáneo
de la estrella), una supernova que acaba formando una estrella de
neutrones (unos 10 km de diámetro) o, si la masa original era muy
grande, un agujero negro.
El lugar más proporcionado para
la formación de estrellas supermasivas, y con ellas los agujeros
negros, es el núcleo de una galaxia (bulbo). Aquí, la
concentración de estrellas facilita colisiones destructivas, pero
también fusiones que engendran estrellas mayores y estas a su vez
capturan a otras más pequeñas hasta alcanzar masas equivalentes a
100 000 o más soles.
¿Cómo se descubre? Cuanto
existe se manifiesta, de una u otra manera, y los agujeros negros,
no obstante invisibles, pueden ser detectados merced a la emisión de
poderosos flujos de radiaciones (rayos gamma, X) por el calentamiento
de la materia engullida, y en parte también expelida con la
formación de sendos chorros de plasma que arrastrarían un flujo
gaseoso de extraordinario brillo (cuásar). Es decir, el cuásar,
descubierto en 1960 y envuelto por mucho tiempo en el misterio, es la
manifestación visible del agujero negro, pero se apaga cuando
este acaba con toda materia circundante. El número de cuásares que
se han descubierto es de unos 200 000 y con un corrimiento hacia el
rojo de las rayas espectrales de su radiación (0'06 a 6'4) que les
sitúa muy lejos de nosotros (de entre 800 y 13 000 millones años
luz).
También existen en las
inmediaciones del agujero negro poderosos campos magnéticos y
gravitatorios capaces de originar efectos visibles, como es una
velocidad endiablada de las estrellas que le circundan, del orden de
varios millones de km/h y órbita muy excéntrica.
Enanos y gigantes. El más
pequeño de los conocidos hasta ahora es el J 1650, de unas 4 masas
solares, descubierto en 2008 en la constelación de Altar; y el
gigante es el OJ 287, en la constelación de Cáncer, a unos 3 500
millones de años luz, cuya masa supone 18 000 millones de veces la
del Sol y tiene por satélite otro agujero negro mil veces más
pequeño.
Se
cree que toda galaxia tiene un agujero negro en su centro, en su
forma calificada de agujero negro masivo. El de la nuestra,
supuesto que exista, tiene unas 5 masas solares (Sagittarius A); el
de Andrómeda, 140 millones; y el de M 87, 6 000 millones.