US Department of Defense
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Así, el «Harrier II» desaparece sin sucesor y se propuso una versión embarcada del excelente «Typhoon», que se construye conjuntamente en Alemania, España, Italia y Reino Unido. Sin embargo, por razones poco claras, los dos últimos se adscribieron en 2002 al programa «Lightning II», Alemania no tiene aviación embarcada y España no podía asumir en solitario semejante proyecto.
Deshechada una versión embarcada del «Typhoon», el único candidato a sustituir el «Harrier II» es la versión B del F-35, que aterriza como un helicóptero y vuela como un avión mediante la utilización de tobera basculante. Junto a la versión C es la más cara y problemática, y en la que están interesados Australia (no tiene aviación naval), Reino Unido (la eliminó en 2010 por problemas presupuestarios), España e Italia (substitución de los «Harrier II»).
En la elección española inciden negativamente el elevado coste de adquisición y mantenimiento de un avión en cuyo desarrollo no participa. Para paliar costes, se piensa substituir los F-18 con F-35 y desviar una parte de estos a la Armada, pero la Fuerza Aérea estaría interesada en la versión A (aterrizaje convencional), con más armamento a bordo y mayor radio aéreo.
Ministerio de Defensa de España
En España, el F/A-18 está en servicio desde 1986 (se han adquirido 90 aviones) y un candidato a substituirle es el F-35A «Lightning II».
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España ha puesto a punto versiones mejoradas del F-18 —la serie M— para «bombardeo de penetración» con misiles de crucero, pero la OTAN cifra su superioridad en los avances tecnológicos y ello obliga a una renovación frecuente del material. Y en un país con dotación «Typhoon», sin otro rival que el «Raptor», no hay más oferta para complementar a aquel que el F-35, por ahora.
Caza F-35: «golpe» a la OTAN europea. El F-35 se retrasa en sus plazos de entrega y alrededor de este avión se vienen dando las siguientes circunstancias: características medianas, altísimo coste por unidad y cierta falta de fiabilidad motriz. Sin embargo, ya ha dado a Estados Unidos un notable éxito: más de media docena de países europeos han decidido adquirirlo —o anuncian sus intenciones—, lo que permite a Estados Unidos ejercer sobre estos países el control del suministro de los repuestos necesarios para utilizar el material vendido, con el consiguiente peso específico en la OTAN.
Un avión problemático. Diseñado y construido por Lockheed Martin, el F-35 hizo su primer vuelo en 2006 y los primeros aparatos de serie en 2012. Se provee la versión A (convencional) y están en desarrollo la B (despegue corto y aterrizaje vertical) y la C (embarcado). Programa netamente norteamericano, participan económicamente del mismo Reino Unido (2 500 millones), Italia (1 000) y, muy rezagados de los anteriores, Holanda, Canadá, Turquía, Australia y otros países.
El
F-35, pensado como substituto de los F-15, 16 y 18, A-10 y AV-8,
tiene como característica principal la de ser prácticamente
indetectable por el radar; es decir, utiliza enteramente técnicas
«stealth». Técnicos y pilotos le sitúan en el entremedio del
«Typhoon» y el «Raptor», que actualmente personifican las dos
tendencias en la concepción del interceptador-bombardero. El primero
es muy «maniobrero», va dotado de mucho y variado armamento y con
velocidad supersónica sin postquemador (ventaja inestimable), pero
sin perder del todo una sección radárica pequeña. El «Raptor»
cifra su éxito en la indetectabilidad al radar, complejidad que le
hace muy caro, especializado y con muchas servidumbres terrestres.
El
F-35 se proveyó para desarrollar un papel perfecto en todas las
misiones tácticas, tarea complicada y cara. Ahora se dice que los
costes se reducen, los plazos se acortan y las características
satisfacen, pero lo cierto es que no mejoran las perspectivas del
coste-eficacia del F-35 coincidiendo con sus medianos resultados (no
cumple todos los requisitos exigidos).
F-35 frente al T-50. El ruso T-50 es un
modelo todavía en evaluación, lo que hace que no se pueda lograr
una perspectiva acertada de sus verdaderas características, pero al
parecer su tecnología «stealth» y aviónica son inferiores
a las del F-35. Su planta motriz también
plantea problemas y, en cualquier caso, el avión ruso llega con una
década de retraso frente a su rival norteamericano, el F-22
«Raptor», al que no es superior en el conjunto de sus
características.