16 de octubre de 2015

Cataluña: bono basura y delincuencia

Renitor
El Gobierno de la región catalana (España) ha mantenido un enfoque ilícito de la vida política, con disposiciones que vulneran normas con fuerza de ley en favor de una minoría secesionista. En el mundo financiero, tales problemas han supuesto una total falta de equilibrio y de credibilidad en Cataluña para el tejido financiero internacional, lo que ha reducido a bono basura la solvencia de esta región, ahora con el remate de un gobierno local que amenaza con delitos de prevaricato.

En un reciente informe de Standard & Poor's se recoge un panorama muy pesimista a propósito de las perspectivas económicas en Cataluña, en bancarrota financiera, una paradoja si tenemos en cuenta las condiciones económicas tan favorables registradas en el resto de España, con un crecimiento sostenido importante (el mayor de la Unión Europea y el segundo del mundo) y que se mantiene holgadamente como cuarta economía de la «zona euro» (19 países) y quinta de la Unión Europea (28 países).

A la hora de apoyar un ciclo económico tan pesimista, no cabe duda de la conducta culposa del Gobierno regional (Generalidad catalana) y de los fuertes problemas de una minoría secesionista que han presidido la política de esta región en los tres últimos años.

El presidente de la Generalidad Artur Mas, tras llevar Cataluña a la bancarrota financiera, apoyaría abiertamente la causa de los secesionistas. Su nacionalismo aparecía tan exaltado como poco realista y en una región gangrenada por la corrupción, que pronto se hizo económicamente sospechoso y contribuyó al hundimiento de su partido (la coalición Convergencia y Unión se separó), pasando a depender de terceros para ejercer el cargo. Ahora, las artimañas de Mas para tratar de perpetuarse en el cargo con el apoyo de partidos de izquierda radical, siendo él conservador, pueden llevar a un verdadero caos en Cataluña. Así lo entiende la agencia de calificación Standard & Poor's, que el 9 de octubre de 2015 redujo Cataluña a la calidad de bono basura en el llamado índice CDS (Credit Default Swap), que mide la solvencia de un país o región. Es decir, Cataluña, la región más endeudada de España, no podría financiar su creciente déficit sin el conjunto del país como garante subsidiario, cuyas autoridades monetarias, para impedir la suspensión de pagos en esta región, están forzando la concesión de créditos a la Generalidad (una parte de los cuales, por cierto, se emplea en un «esfuerzo secesionista» a costa de estrangular a la sanidad pública y otros servicios públicos, especialmente las farmacias).

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Manifestación ante el Tribunal Supremo de Justicia de Cataluña durante la comparecencia del presidente regional en funciones Artur Mas. Estas manifestaciones fueron estimadas condenables por asociarlas a la idea de una coacción al poder judicial. Los medios informativos, incluidos los extranjeros, se inclinan a considerarlo como una corrupción de la democracia y un peligro para la misma.
Al Juzgado. Para eludir responsabilidades, con supuestos delitos tan graves como los de prevaricato, usurpación de funciones y malversación de fondos, los secesionistas hicieron que se creara en torno al Tribunal Constitucional un clima de tensión política que forzó el retraso de algunas decisiones. Planteado ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña el caso contra la Generalidad por el referéndum ilícito, y tras comparecer ante el mismo en condición de imputado (15 octubre), Mas anunció que, caso necesario, ignoraría en adelante la jurisdicción del Tribunal. Parece acertada, pues, la prospectiva del político socialista Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno presidido por Felipe González, que describió los acontecimientos en Cataluña como «un golpe de Estado a cámara lenta».

Al tiempo que el presidente regional en funciones ataca al mecanismo constitucional —y legal—, los secesionistas que le apoyan han adoptado la táctica de los movimientos totalitarios: atacan muy duramente los fundamentos de la democracia (Ley y Constitución) y su verdadero campo de acción está en la propaganda directa, la agitación callejera, una adhesión irracional en sus miembros fundada en mitos y, ante las prohibiciones legales, tratan de adaptarse a la desobediencia civil (algunos creen que en medio del desorden y la anarquía pueden establecer un «orden secesionista» supliendo la falta de gobierno...).

En fin, de modo significativo, Mario Monti, como invitado de honor a la inauguración de un curso académico que se celebró en el municipio barcelonés de San Cugat el día 5 de octubre, advirtió de la amenaza de los nacionalismos para la Unión Europea y la paz en el continente.


El oportunismo de los líderes que protagonizan la súbita oleada de nacionalismo secesionista, algunos de pronto convertidos a la fe separatista, como parece el caso del presidente Artur Mas, siempre ha sido económicamente muy sospechosa.

ACTUALIZACIÓN

El 21 octubre de 2015, Andreu Viloca, tesorero de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), el partido del presidente en funciones de la Generalidad, Artur Mas, fue detenido junto con representantes de media docena de empresas bajo acusación de haber percibido comisiones ilegales en adjudicaciones de obras en ayuntamientos controlados por ese partido, con el fin de contribuir a su financiación. Al tiempo, la sede del CDC, en Barcelona, y seis empresas (Copisa, Grupo Soler, Oproler, Rogasa, Tec Cuatro, Urbaser) fueron objeto de varios registros judiciales en busca de documentos contables y facturas como pruebas de tales actividades.

Artur Mas presentó estos procedimientos judiciales como una «caza» al secesionismo, pero la impresión es que en el «suicidio político» de este presidente regional podría tener un importante papel la corrupción, constituida por una especie de clientela agrupada alrededor de un personaje o familia poderosa o influyente, como la de Jordi Pujol, nacionalista militante y benefactor de Artur Mas.

Esta saturación de graves escándalos financieros dejan una estela de descrédito, no sólo del funcionamiento de las instituciones catalanas sino también del comportamiento e integridad de los secesionistas, y reabre en la opinión pública interrogantes acerca de aspectos sombríos en la súbita oleada de nacionalismo secesionista, que coincide en el tiempo con una investigación secreta, por orden de un juez de Vendrell (Tarragona), sobre irregularidades o delitos económicos que afectan al ámbito del CDC. Esta investigación judicial va siendo ampliamente divulgada por los medios de información, de modo que los analistas más atrevidos retienen la impresión de que se movilizó una masa secesionista para presionar contra este procedimiento judicial y finalmente anular las pruebas, con lo que no habría lugar al mandamiento de las acusaciones.