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Estos
«matices», irrelevantes para las víctimas y sus familiares,
revisten importancia por la amenaza de complicaciones en la Guerra
Civil siria. Así, al día siguiente, el presidente egipcio Al Sisi
desplegaba una habilidad extrema para tratar de mantener alejada la
hipótesis del ataque terrorista. Sin embargo, en ese mismo día, el «Estado
Islámico» se atribuye el supuesto derribo del
avión ruso y parece evidente que este se desencajó en vuelo (al menos la cola). En artículos anteriores ya se ha señalado el peligro de proveer con
potente cohetería antiaérea a los «rebeldes» sirios para
enfrentarse a la aviación rusa, y aunque parece inimaginable que el
destinatario sea el «Estado Islámico» y con un avión de pasajeros
como objetivo, la idea resiste, por hoy, como hipótesis de trabajo
(algunas compañías aéreas han prohibido a sus aviones sobrevolar la región, al
menos mientras no consideren razonablemente segura la vida de los
pasajeros).
El peligro de la incertidumbre. Esta
catástrofe, como en las anteriores del MH17 y otros, va acompañada
de una emocionada expectación a lo largo de su desarrollo y la peor
perspectiva, otra vez, es la incertidumbre. En efecto, son muchos los
aviones que se han estrellado después de hacer explosión una bomba
a bordo y en circunstancias aún obscuras, incluso en casos tan
lejanos como el avión de la compañía «Swissair» con destino a Israel
(1970), que se estrelló sobre Wüenlingen (Suiza), o el de la «Cathay
Pacific Airlines» (1972), cerca de Pleiku (Vietnam del Sur). En un accidente aéreo entran en conflicto muchos intereses de grupo, que actúan con fines económicos o políticos (propietario de la aeronave, fabricante de la misma, gobierno del país originario o huésped, aseguradora, operaciones secretas), y esta divergencia de intereses ha hecho fracasar varias comisiones investigadoras en cuanto a sus resultados.
Supuesto el derribo del vuelo KGL 9268, con explosivo a bordo o misil e indistintamente del autor, Moscú tiene el pretexto para una intervención más enérgica en Siria al tiempo que se plantean preguntas incómodas en el aeropuerto Sharm el Sheij; y en el caso de un potente cohete antiaéreo, también en Washington y Ryad, sobre todo Ryad.
Supuesto el derribo del vuelo KGL 9268, con explosivo a bordo o misil e indistintamente del autor, Moscú tiene el pretexto para una intervención más enérgica en Siria al tiempo que se plantean preguntas incómodas en el aeropuerto Sharm el Sheij; y en el caso de un potente cohete antiaéreo, también en Washington y Ryad, sobre todo Ryad.
Actualización
James Cameron, primer ministro británico, y su colega norteamericano, Barack Obama, llegaron a decir el día 6 que el KGL 9268 fue probablemente derribado con un explosivo a bordo. De esta forma Egipto se encontró en una posición difícil: por una parte, el fallo de la vigilancia del aeropuerto de Sharm el Sheij, por otra, la participación en el atentado de uno o varios operarios del citado aeropuerto. Estos problemas habrían de reflejarse inmediatamente en la aparición pública del ministro de Asuntos Interiores egipcio: «no hay pruebas concluyentes de un explosivo a bordo».
Nuevamente se planteó el problema de división entre los partidarios del «fallo técnico» y los del «ataque terrorista». La cuestión de las responsabilidades se planteará después, aunque algunos temen, como en otras comisiones investigadoras de casos similares, una falta de resultados claros, salvo uno: la muerte de 224 inocentes.
Suspensión de vuelos. Bruselas, Moscú y Washington se han mostrado gravemente preocupados por el ataque terrorista con explosivo. En la década de 1970, europeos y norteamericanos decidieron imponer medidas drásticas en las revisiones del aparato y el pasaje, y tras el terrorífico ataque camicace a Nueva York y Virgina (2001), se extremaron tales precauciones hasta el paroxismo (revisiones electrónicas, detectores de armas y explosivos, perros amaestrados, seguros en la puerta de cabina). Es evidente que en Egipto no se han tomado cuantas medidas de seguridad y precaución cabe imaginar y la consecuencia ha sido una suspensión en cadena de los vuelos internacionales sobre la región: Lufthansa, Air France, KLM, Air Arabia, Fludubai, British Airways... A partir del día 6 lo hicieron también los aviones rusos.
La sombra de la represalia. Si se confirma la sospecha del ataque terrorista, el presidente Putin puede poner en marcha una operación bélica, con los territorios del «Estado Islámico» como blanco principal de cualquier represalia. Ahora bien, cuando hizo uso de la fuerza militar contra las organizaciones terroristas en Siria, no obtuvo la comprensión de la mayor parte de la comunidad internacional y difícilmente la conseguirá ahora. Entre tanto, Bruselas y Washington siguen hablando, una y otra vez, de intentos para erradicar el terrorismo en Oriente Medio...