Comac
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Como
respuesta a los gigantes Airbus y Boeing, la industria china ensaya
cuidadosamente un proyecto de avión comercial que tiene como
características principales dos motores, peso de despegue de 77 t,
radio de acción de 4 000-5 000 km y una capacidad de carga de 20 t,
cifras prácticamente idénticas a las de los Airbus 320 y Boeing
737. Pero este proyecto está aún lejos, pues no ha comenzado ya su
carrera comercial, sino de experimentación con un modelo casi prototípico, que puede durar 3 años y a éstos hay que añadir
otros dos para comenzar a vender a las compañías aéreas, por no
hablar de la recesión en la venta de aviones, que obedece a varios
factores, mayormente la saturación de mercados, y de que Airbus y
Boeing ya tienen preparadas para 2017 sendas versiones mejoradas de
sus series «320 Neo» y «737 Max».
El constructor no quiere extender sus garras sobre el mismo terreno de sus adversarios (continente europeo y norteamericano), sino que confía en la savia de su mercado (517 aviones encargados, por ahora, por media docena de compañías chinas, otra Tailandesa y una domiciliada en Irlanda).
Esta carrera larga y costosa por la creación de un nuevo avión comercial está impulsada por la propaganda nacional, un pilar de la política exterior china. Un ejemplo cercano —y fallido— es el explorador lunar chino «Changué 3»: su exitoso alunizaje fue tantas veces anunciado como rápidamente silenciado su fracaso (se averió al segundo día de su desembarco lunar). Véase «Changué 3, una sonda china en la Luna» y «Fracaso de la Changué 3».
El constructor no quiere extender sus garras sobre el mismo terreno de sus adversarios (continente europeo y norteamericano), sino que confía en la savia de su mercado (517 aviones encargados, por ahora, por media docena de compañías chinas, otra Tailandesa y una domiciliada en Irlanda).
Esta carrera larga y costosa por la creación de un nuevo avión comercial está impulsada por la propaganda nacional, un pilar de la política exterior china. Un ejemplo cercano —y fallido— es el explorador lunar chino «Changué 3»: su exitoso alunizaje fue tantas veces anunciado como rápidamente silenciado su fracaso (se averió al segundo día de su desembarco lunar). Véase «Changué 3, una sonda china en la Luna» y «Fracaso de la Changué 3».
¿Avión
civil o militar? El Comac 919 es actualmente, en su versión
de 174 plazas, el avión de transporte chino con mayor capacidad. Se
dice que los constructores han consultado en 2009 con las compañías
de transportes aéreos, especialmente «Ryanair», sobre la viabilidad económica
de su proyectado aparato de 156-174 pasajeros,
pero frente a los Airbus 300 y Boeing 737, modelos largamente ensayados y reformados («Neo» y «Max»), el Comac 919 sólo tiene una ventaja económica.
Proyecto, construcción y puesta a punto de tal avión requiere inversiones colosales y con un resultado muy incierto (las industrias estadounidense y europea se han hecho con el cuasi-monopolio mundial de este tipo de aviones). Ahora bien, las Fuerzas Armadas chinas tienen necesidad de aviones de transporte de gran capacidad por varias razones, una de ellas la vetustez y limitada capacidad de transporte de su flota actual. Su transporte de tropas y de material más importante es el Y-8 (1981), copia del ruso Antonov 12, polimotor de hélice concebido a fines de los años 50 para eventuales conflictos europeos, y el resto son aviones ligeros y corto radio aéreo (Y-5, 7, 11, 12, 14). La excepción es el ruso Ilyushin 76, con sólo una treintena. Los litigios territoriales de China en el Pacífico sitúan los probables teatros de operaciones en ultramar, a distancias grandes, donde los hombres y el material habrán de ser transportados por vía aérea. Un avión diseñado para esas necesidades estratégicas debería tener una masa de 100 t y transportar unas 30 t de carga útil, velocidad de unos 780 km/h y radio de acción de 4 000 km; es decir, el C-919, más concretamente los C-929 y 939 de 300 y 400 plazas, que se proyectan sobre el C-919. Así, nada tendría de extraño que el presupuesto militar de China costeara la realización de este avión.
Proyecto, construcción y puesta a punto de tal avión requiere inversiones colosales y con un resultado muy incierto (las industrias estadounidense y europea se han hecho con el cuasi-monopolio mundial de este tipo de aviones). Ahora bien, las Fuerzas Armadas chinas tienen necesidad de aviones de transporte de gran capacidad por varias razones, una de ellas la vetustez y limitada capacidad de transporte de su flota actual. Su transporte de tropas y de material más importante es el Y-8 (1981), copia del ruso Antonov 12, polimotor de hélice concebido a fines de los años 50 para eventuales conflictos europeos, y el resto son aviones ligeros y corto radio aéreo (Y-5, 7, 11, 12, 14). La excepción es el ruso Ilyushin 76, con sólo una treintena. Los litigios territoriales de China en el Pacífico sitúan los probables teatros de operaciones en ultramar, a distancias grandes, donde los hombres y el material habrán de ser transportados por vía aérea. Un avión diseñado para esas necesidades estratégicas debería tener una masa de 100 t y transportar unas 30 t de carga útil, velocidad de unos 780 km/h y radio de acción de 4 000 km; es decir, el C-919, más concretamente los C-929 y 939 de 300 y 400 plazas, que se proyectan sobre el C-919. Así, nada tendría de extraño que el presupuesto militar de China costeara la realización de este avión.