Renitor
|
Cuando una minoría totalitaria fracasa en sus objetivos, el levantamiento contra la autoridad política es el medio al que recurre. Los secesionistas no se conforman ya con un referéndum (se hizo tácitamente el 27 de septiembre y lo han perdido), sino que atacan sin rebozo a la Ley y la Constitución; esto es, a la democracia, el desprecio a una mayoría de catalanes, al punto de preparar una «declaración unilateral de independencia» para el día 9 de noviembre, con lo cual esta región se coloca en una situación de ilegalidad, no sólo en España, sino en el resto de la Unión Europea.
Uno de los responsables últimos es la presidenta del Parlamento catalán, Carmen Forcadell, obscura filóloga que quiere aparecer en la palestra política como campeona del nacionalismo —y de paso del delito de prevaricato—. El continuado enfoque ilícito de la política de esta mujer, ya en edad de jubilación, le obliga a un vergonzoso aislamiento político, aliviado tan sólo por la solidaridad de su partido, Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), y de los que tienen el mismo objetivo secesionista: el marxista CUP, partidario no sólo de romper España sino también la Unión Europea y acabar con el Capitalismo, y el conservador Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), con encausados políticos y económicos...
Como
ya se ha explicado en otros artículos, a mediados de 2015 se fundó
una coalición separatista atípica, Juntos por el sí (conservadores e izquierda radical), que
inmediatamente pasó a contar con el decisivo apoyo publicitario del
aparato mediático de la Generalidad catalana (gobierno regional).
Convocados comicios legislativos para el 27 de septiembre, no lograría mayoría absoluta en el Parlamento catalán y desde
el mismo día siguiente a las elecciones, con el fin de conseguir esa mayoría absoluta, dejó en
manos de los marxistas, con sólo el 8% de los votos, la suerte de toda la región.
Empero, esta heterogénea asociación reveló desde el primer momento
graves fisuras internas, con tensiones entre los socios que se vieron
agravadas cuando el partido del presidente en funciones Artur Mas (CDC), y aún él mismo, fue informado
oficialmente de que estaba siendo investigado por motivos de
corrupción. Como resultado de esta incómoda mayoría, el día 26 de octubre fue
elegida por el Parlamento nueva presidenta del mismo Carmen Forcadell, de Juntos por el sí, pero esta asociación no consigue formar Gobierno, por ahora, ante
la negativa de sus socios marxistas a apoyar la candidatura de Artur Mas.
La radicalización de «Juntos por el sí» no sólo puede atribuirse a las exigencias de sus circunstanciales aliados (que las hay) ni a la de dar rápido cumplimiento a «promesas electorales» (un sofisma de golpe de estado). En efecto, se tiene la sensación, cada vez más, de que el motor de este secesionismo es impedir que reconocidos nacionalistas militantes conozcan la cárcel por un escándalo político-financiero astronómico, en el que pueden aparecer misteriosas complicaciones con el crimen organizado internacional, el narcotráfico mejicano, paraísos fiscales con cuentas mil millonarias y ¿alguna república enana en Europa oriental?
La radicalización de «Juntos por el sí» no sólo puede atribuirse a las exigencias de sus circunstanciales aliados (que las hay) ni a la de dar rápido cumplimiento a «promesas electorales» (un sofisma de golpe de estado). En efecto, se tiene la sensación, cada vez más, de que el motor de este secesionismo es impedir que reconocidos nacionalistas militantes conozcan la cárcel por un escándalo político-financiero astronómico, en el que pueden aparecer misteriosas complicaciones con el crimen organizado internacional, el narcotráfico mejicano, paraísos fiscales con cuentas mil millonarias y ¿alguna república enana en Europa oriental?
El aviso. El Gobiernos del país, como los partidos de la oposición, está dominado por las preocupaciones preelectorales, pero ahora el aviso es claro («están previstas todas las medidas proporcionales») y, en el caso del presidente Rajoy, con inequívoca firmeza: «Cuando el juego se endurece, los duros entran en juego». De no mantenerse en el marco de la constitucionalidad, algunos secesionistas pueden conocer la cárcel.
Lo que acontezca el 9 de noviembre en el Parlamento catalán puede ser considerado una no muy feliz imitación del caso exótico —y también ridículo— del italiano Umberto Bossi, que en 1996 había llegado a proclamar en Venecia «la independencia de la Padania», esto es, la mitad septentrional del Italia. El elemento lingüístico de la batalla política de Bossi («Roma, la ladrona») fue copiado por los secesionistas en Cataluña («España nos roba») y allí, como ahora en España, aparecían «nacionalistas» con diversas causas judiciales en su contra incoadas a propósito de sus actividades políticas o económicas o empresariales.
«París bien vale una misa», dijo Enrique IV en 1553, que salvó la vida simulando hacerse católico; «evitar la cárcel bien vale un golpe de estado», pueden decir algunos ahora, simulando hacerse nacionalistas separatistas. (Véase Cataluña, la sombra del fascismo y Cataluña, bono basura y delincuencia.)
Lo que acontezca el 9 de noviembre en el Parlamento catalán puede ser considerado una no muy feliz imitación del caso exótico —y también ridículo— del italiano Umberto Bossi, que en 1996 había llegado a proclamar en Venecia «la independencia de la Padania», esto es, la mitad septentrional del Italia. El elemento lingüístico de la batalla política de Bossi («Roma, la ladrona») fue copiado por los secesionistas en Cataluña («España nos roba») y allí, como ahora en España, aparecían «nacionalistas» con diversas causas judiciales en su contra incoadas a propósito de sus actividades políticas o económicas o empresariales.
«París bien vale una misa», dijo Enrique IV en 1553, que salvó la vida simulando hacerse católico; «evitar la cárcel bien vale un golpe de estado», pueden decir algunos ahora, simulando hacerse nacionalistas separatistas. (Véase Cataluña, la sombra del fascismo y Cataluña, bono basura y delincuencia.)