6 de agosto de 2025

Expedientes OVNI españoles

Renitor
En España no se creó una comisión, permanente o extraordinaria, para estudiar la aparición de objetos inidentificados. Llegado el caso, se nombra un técnico (juez informador) cuya labor era la redacción de un informe para su presentación al Ministerio del Aire o, desde 1977, al Ministerio de Defensa al integrarse en el mismo los tres antiguos ministerios (Ejército de Tierra, del Aire y de Marina o la Armada).

El Ejército del Aire estudió 122 casos (y desechó más de 300) de apariciones de «objetos desconocidos» entre 1962 y 1995. Un reducido número —media docena— carecía de toda posible explicación. La desclasificación o filtración de documentos OTAN en la década de 1990, tras el final de la «guerra fría», dieron con la explicación de estos fenómenos: las «enigmáticas apariciones» observadas y fotografiadas en el cielo de Canarias en 1976, por ejemplo, coinciden por proximidad geográfica y dirección con el lanzamiento submarino de misiles Poseidón.

Explicación del fenómeno. Las causas de los «avistamientos» son principalmente naturales o artificiales. La detección de los «objetos» por radar se debería a un conjunto de partículas de hielo, un frente lluvioso o dos masas de aire con diferencia notable en su contenido de vapor de agua, que pueden devolver un eco de radio y, en combinación con otros fenómenos, activar los alertadores de radar del avión militar. En los casos que no puede determinarse la causa exacta, son debidos probablemente a cualquiera de los fenómenos luminosos o eléctricos que se observan en la atmósfera y todavía de origen no bien conocido, como alguna forma de «electroluminiscencia» (en sentido figurado) o campos eléctricos de origen magnetosférico. Las causas artificiales comprenden aerolitos, globos sonda, guerra electrónica o aviones-espías, los últimos nada infrecuentes en España a finales de la década de 1970. Por remate, a veces la responsabilidad recae en el testigo supersticioso o que carece de elementos para enjuiciarlo (ilusión óptica, autosugestión, etc.).

Archivo histórico del Ejército del Aire
Un «Phantom II» español en la base aérea alemana de Baden Sollingen (1983). En 1979, un avión del mismo tipo salió en persecución de un par de «discos voladores» observados en el cielo de Madrid por decenas de vecinos.
Persecuciones. Cabe citar sólo tres casos con participación del MACOM (Mando Aéreo de Combate), esto es, el despegue de la aviación de caza, registrados por Pegaso, nombre en clave del Centro de Operaciones de Combate (COC), en la base aérea de Torrejón, todos en noviembre de 1979 y durante la noche. En el primero de ellos (11 noviembre), «dos luces rojas» aparejadas evolucionaron en torno a un avión Caravelle en ruta Mallorca-Tenerife, que por temor a un encontronazo se desvió a Valencia. En el segundo (17 noviembre), producido sobre Granada, un tráfico inidentificado se acercó a la estación de radar de primera alarma situada en Motril. En el tercero (28 noviembre), decenas de personas presenciaron la aparición de dos «objetos luminosos» sobre Madrid (véase Casos ovni con salida de la aviación de caza).

Es más el ruido que las nueces. Todos estos casos hallan su explicación más lograda en una o varias de las causas citadas en el parágrafo Las causas de los «avistamientos». ¿Cómo se explica este secretismo del Ejército del Aire? Se trata pura y simplemente de seguridad nacional, como medida de prudencia en un clima bélico («guerra fría»). Sin embargo, los «expedientes OVNI», españoles o no, carecen de importancia o son de escasa significación para explicar un secretismo dilatado varias décadas, con lo que se les vacía de sentido.

Archivo histórico del Ejército del Aire
Primera estación de la cadena española de detección lejana o «Red de Alerta y Control», en Teruel (julio 1958). Le seguirían otras seis en 1959-1960, hasta un total de catorce, nueve de ellas durante la «guerra fría»
Algunos pilotos creen en las brujas. Aviadores, radaristas y controladores son gente muy instruida, sobre todo los militares, pero vemos que algunos creen en lo sobrenatural o misterioso, al extremo de la más irrazonada credulidad. Por ejemplo, como consecuencia de la creencia de que el 13 puede acarrear infortunio, este número se omitió en la Armada en la numeración de los aviones Harrier (1977), pasando de la matrícula 008-12 a 008-14 (más tarde 01-814). Y todavía vemos hoy, tanto entre los aviadores militares como civiles, individuos que ponen un misterio donde no lo hay (véase Vuelo 502 de Aviaco y sus falsedades).

Experiencia particular. A finales de la década de 1990, el autor de este artículo visitó a las afueras de Barcelona al director de una revista de misterio, según la cual la causa de la desaparición de un avión antisubmarino español en 1969 fue un «avistamiento» que acabó en tragedia (véase Desaparición del Albatross AN1-7). Al terminar la corta entrevista y percatado de que su ignorancia en aeronáutica y asuntos militares le puso en ridículo, salió tras mío y dijo sonriendo: «Los platillos volantes son un circo». Al decir esto, me vino a la memoria un dicho del empresario circense norteamericano P. Barnum (1810-1891): «Cada minuto nace un primo… Al pueblo le gusta ser embaucado».

Conclusión. Todos los casos de «platillos volantes» tienen explicación exacta o probable y la documentación gráfica es despreciable. Los libros que tratan del tema contienen una mescolanza de supersticiones antiguas y de falsedades o seudohechos modernos que no tienen nada de común con la interpretación científica. Esta superstición responde a insanos razonamientos una vez admitida la inexistencia de pruebas, incluida la creencia que le sirve de base: la existencia de seres inteligentes fuera de la Tierra.