14 de octubre de 2015

Siria, otra victoria de Putin

Kremlin
La apurada situación del Presidente sirio trajo consigo una petición de ayuda directa a Rusia y ésta tuvo lugar en forma de una ofensiva aérea, incluida una andanada de 26 misiles de crucero lanzados desde barcos de este país en el mar Caspio. Mientras los rusos barrían la resistencia siria y los terroristas, el Ejército sirio, el 10 de octubre de 2015, lanzaba sus tropas a través del frente en Hama y aliviaba la presión sobre Damasco.

Los efectos directos de este ataque en Occidente fueron importantes, ya que la intervención rusa alentó a Bruselas a tomar la decisión tan aplazada —y tan propuesta por el ministro de Asuntos Exteriores español García Margallo— de «una solución común para un problema común» en Siria. Esta lentitud, dictada por una excesiva cautela y la dispersión de intereses, mantuvo a las fuerzas OTAN a distancia, en tanto que Rusia preparaba las suyas para una ofensiva y abastecía al Ejército sirio de equipo técnico, así como de expertos militares.

La impresión reinante en el campo occidental de que Rusia ha logrado una victoria política coincide con la falta de dirección firme en la Unión Europea. En Bruselas no se cuestionaba que la tarea fundamental era pacificar Siria, pero en la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (12 octubre) fue ostensible la dispersión de intereses: los ministros Frank-Walter Steinmeier (Alemania) y García-Margallo (España) advertían que hasta tanto no se alcanzaran resultados concretos sería preciso mantener una «postura de entendimiento» con el presidente sirio Assad, idea a la que se oponen sus colegas Laurent Fabius (Francia) y Philip Hammond (Reino Unido). Al tiempo, Federica Mogherni, la «niña moderada de los halcones», opinó que la intervención rusa en Siria «cambia por completo el tablero del juego y contiene algunos elementos muy peligrosos», repetición de aquella otra anterior del secretario de Estado norteamericano John Kerry.

Ministerio de Defensa de Rusia
Un Sujoi 24 en Latakia (Siria). La entrada de la aviación rusa en los campos de batalla sirios cambió, rápidamente, el sesgo de la guerra, que hasta entonces había sido favorable a los «rebeldes». El prestigio de Rusia como potencia militar se ve más acentuado y se apunta un tanto contra Washington en Oriente Medio.
En el escenario sirio, la Unión Europea vacila, Estados Unidos reconoce sus malos resultados y Putin —otra vez— impone la política de los hechos consumados, ahora con una «victoria» en Siria que complica la estrategia de Washington al eliminar otra pieza en su tablero, ya sea en la supuesta «política de cerco» a Rusia o el problema del petróleo. Y es que conviene recordar que la baja del crudo en los mercados mundiales es propiciada por Arabia Saudita, unas veces para hundir a los competidores menos resistentes, otras para controlar las producciones europeas que no se atienen a su política de precios y algunas para plantear graves problemas económicos que puedan repercutir en ciertos países, especialmente Rusia, enemigo jurado de Arabia Saudita y este, a su vez, del presidente sirio Bashar Assad.