Gobierno de Bielorrusia
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Bielorrusia,
fronteriza con Ucrania, Rusia y países OTAN (Polonia, Lituania,
Letonia), es el último «colchón estratégico» ruso en Europa tras
saltar hecho pedazos el de Ucrania. Independiente desde 1991, año en
que la Unión Soviética dejó de existir, su primer presidente,
Stanislau Shushkevich, político centrista y moderado, fue derrotado
en las elecciones de 1994 por el rusófilo Lukashenko, quien en 1995
lograría que fueran aprobadas en referéndum la asociación
económica con Rusia y la cooficialidad del idioma ruso.
Desde
su investidura con la suprema magistratura del Estado, Lukashenko
buscó —y consiguió— acuerdos para una integración económica y
política con Rusia, con el que Bielorrusia realiza más del 70% de
su intercambio comercial. En abril de 1996 se firmaba en Moscú un
tratado en el que ambos países reforzarían la cooperación
económica, política y militar; y un años después, se suscribía
un tratado cuyo objetivo era la unificación voluntaria de ambos
estados, incluidas una política de defensa conjunta y una moneda
común.
En el
entremedio de estos tratados, Lukashenko se hizo prorrogar el mandato
hasta el año 2001, en un referéndum (noviembre 1996) cuestionado
por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa
(OSCE). Al mismo tiempo, el Consejo de Europa acusó a Bielorrusia de
la falta de democracia en las estructuras políticas surgidas de la
consulta.
En diciembre de 1999, los parlamentos respectivos ratificaron el Tratado por el que Rusia y Bielorrusia se comprometían a crear un estado federal. El súbito abandono del poder por parte del presidente ruso Yeltsin (31 diciembre 1999) planteó ambigüedades e interrogantes sobre la concreción efectiva de ese tratado, pero el nuevo presidente de Rusia, Vladimir Putin, acabó con las dudas y sin formalismos: desde 2000, las políticas exterior y económica de Minsk se confunden con las de Moscú y las Fuerzas Armadas bielorrusas dependen enteramente de los arsenales rusos, tanto en el material como en la preparación, con condiciones muy ventajosas para la depauperada economía bielorrusa (cultiva cereales, mantiene una industria maderera y papelera, tiene ganadería, sobre todo la porcina, y yacimientos de turba, carbón, hierro y caliza).
En diciembre de 1999, los parlamentos respectivos ratificaron el Tratado por el que Rusia y Bielorrusia se comprometían a crear un estado federal. El súbito abandono del poder por parte del presidente ruso Yeltsin (31 diciembre 1999) planteó ambigüedades e interrogantes sobre la concreción efectiva de ese tratado, pero el nuevo presidente de Rusia, Vladimir Putin, acabó con las dudas y sin formalismos: desde 2000, las políticas exterior y económica de Minsk se confunden con las de Moscú y las Fuerzas Armadas bielorrusas dependen enteramente de los arsenales rusos, tanto en el material como en la preparación, con condiciones muy ventajosas para la depauperada economía bielorrusa (cultiva cereales, mantiene una industria maderera y papelera, tiene ganadería, sobre todo la porcina, y yacimientos de turba, carbón, hierro y caliza).