La llamada «Línea Surovikin» es la típica fortificación de campaña de la II Guerra Mundial, de trazado simple y una combinación muy básica de protección (abrigos subterráneos) y obstáculo (alambrada, mina terrestre, trampa contracarro), construida con urgencias de tiempo (ocho meses) para la defensa de los territorios ucranianos invadidos por Rusia, pero gradualmente convertida en fortificación semipermanente (materiales adecuados y mayor protección).
Su rápida construcción ha sido provocada por unas tropas desmoralizadas y con la «colaboración» de personal civil autóctono. Se extiende desde la orilla del río Dniéper en la región de Zaporiyia hasta un punto cerca de la vecina Donetsk. Debe su nombre al general Sergei Surovikin, jefe de las fuerzas invasoras en el momento de proyectarse (octubre 2022).
Nombre propagandístico. No existe ninguna línea por nombre Surovikin, término acuñado por la propaganda rusa y repetido por la prensa europea, sino cuatro campos fortificados bien diferenciados: los de Jerson, Zaporiyia (Línea Surovikin), Donetsk y Luhansk.
Jerson y Zaporiyia. El primero proyecta una defensa en profundidad, desde la ribera oriental del río Dniéper, con un sistema escalonado de lugares fuertes, que se protegen mutuamente, y termina en una verdadera línea
fortificada, la de Crimea. El segundo constituye una línea doble de fortificaciones. Abierta una brecha, se puede vencer esta última con un ataque de retaguardia y avanzar hasta la costa ucraniana (Mariupol) sin encontrar apenas fortificaciones.
Donetsk y Luhansk. Mal construidos y guarnecidos, con obstáculos más aparentes que reales, cifran su resistencia en las ciudades que les dan nombre. El de Luhansk enlaza con campos atrincherados en territorio ruso, que se extienden hasta la frontera bielorrusa, con tantas carencias humanas y materiales como los anteriores.
Calidad. Las líneas en general, Zaporiya aparte, se revelan carentes de verdadera importancia táctica, al menos cualitativamente, con «dientes de
dragón» sin cimentación, que se apoyan en el suelo (fácilmente se apartan), y puntos desguarnecidos (patrullas ucranianas hicieron algunas incursiones de reconocimiento en Donetsk y Luhansk sin encontrar guarniciones).
Esclavos. Miles de ucranianos sufren el
cautiverio ruso, muchos de ellos condenados a trabajos serviles en Ucrania y Rusia, mayormente en campos fortificados, con el consiguiente enriquecimiento de los sicarios de Putin (más de 120 millones de euros sólo en Zaporiyia).
La razón del éxito. Los ucranianos no quedaron detenidos por las fortificaciones rusas, sino por la falta de un adecuado equipo mecanizado y, sobre todo, de poder aéreo. En un bombardeo aéreo no es difícil batir estos blancos tan visibles o la artillería asentada detrás
de la línea principal, ya que en el siglo XXI ningún punto, incluso en posiciones disimuladas, puede sustraerse a la observación aérea o espacial. Pero hay más: algunos espías espaciales pueden descubrir una habitación hormigonada y enterrada por los ínfimos cambios que induce en el campo magnético terrestre (esta posibilidad ya no es ciencia ficción).
Las carencias señaladas en el párrafo anterior se sumaban a la inundación del río Dniéper, con la voladura de la presa de Kajovka (5 junio 2023), que permitió a los rusos
distraer una fuerza importante de Jerson para proteger Zaporiyia contra el contraataque ucraniano.
Conclusión. Las fortificaciones rusas en Ucrania ponen de manifiesto un ejército de muy bajo rendimiento, incapaz de conseguir una victoria táctica sin abundante «carne de cañón». Y el éxito de esas fortificaciones más bien se debió a un enemigo sin aviación y equipo mecanizado insuficiente, consecuencia de la tardía y débil ayuda europea y estadounidense.