15 de septiembre de 2020

Evaluación de amenazas: 5G


Sectores de la comunidad científica han avisado hace mucho tiempo de los peligros que para el hombre tienen las antenas de telefonía móvil. A pesar de estas preocupaciones, las compañías de distribución de telefonía móvil no han tenido en cuenta las razones de salud a la hora de diseñar sus redes. Así, la mayor preocupación de las mismas está en disfrazar u ocultar el conjunto de elementos utilizados para emitir y recibir las ondas.

Generaciones de telefonía móvil. A comienzos de los años 80 aparece la segunda generación de móviles, la primera con tecnología digital (GSM en Europa e IS-95 en América), durante la década de los 90 se experimentó un aumento vertiginoso en el uso del teléfono móvil y nada más comenzar el siglo XXI el número de terminales móviles en España ha superado al de teléfonos fijos. Por estas fechas irrumpe la tercera generación de teléfonos móviles, que permiten la interacción directa de los mismos con aplicaciones de Internet. La proliferación de servicios en las redes de telefonía móvil demanda una mayor capacidad de transmisión de datos y ha sido el catalizador para la migración hacia nuevas generaciones de móviles: la cuarta en 2009 y la quinta por hoy.

Irradiación electromagnética agravada. En la quinta generación de móviles («5G»), su principal inconveniente reside en que cada estación repetidora cubre una porción geográfica (radios de las células radioeléctricas) más pequeña que las de generaciones anteriores, con lo cual el sistema requiere repetidores alejados, como mucho, un kilómetro (en áreas rurales, sin grandes aglomeraciones urbanas ni obstáculos, se habla de hasta 30 km). Tan estrecha proximidad geográfica y potencia de las antenas emisoras genera a su alrededor un campo electromagnético más fuerte, energía que interactúa con el desarrollo de las funciones vitales. La incidencia de esta interactuación (enfermedad por radiación) está en razón directa con la potencia del aparato y de la distancia entre el individuo y la antena emisora. Con ello se explica el rechazo existente en amplios sectores de opinión hacia esta nueva generación de móviles.


La antena emisora mientras funciona genera a su alrededor un campo electromagnético más o menos fuerte, dependiendo de la potencia del aparato, ofensivo no sólo para el hombre sino también para la fauna y flora.
Argumentos inconvincentes. La antena emisora-receptora de telefonía móvil, sea de segunda o quinta generación, convierte la energía eléctrica en radiación electromagnética y viceversa. Esta energía es ofensiva, pero los proveedores mantienen que sus efectos son despreciables. La razón fundamental, según éstos, para no tomar en consideración a estos campos eléctricos estriba en que el movimiento de las moléculas debido al calor (agitación térmica) es mucho mayor que el producido por cualquier campo electromagnético «5G». Esta explicación no convence al incurrir en un palpable fallo. A saber: las respuestas biológicas a los campos eléctricos, incluso muy débiles, son posibles e independientes de la oscilación térmica a la que hemos aludido más arriba.

Juicios críticos en instancias internacionales. Desde que en 1972 V. Korobkova demostró que ciertas enfermedades son causadas por campos electromagnéticos, se ha especulado mucho sobre la relación entre radiación electromagnética y cáncer. En 2011, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención acerca de ciertos tipos de cáncer relacionados con las radio-ondas, en ese mismo año la preocupación de instancias internacionales y supranacionales dio lugar a normativas y recomendaciones dirigidas a la protección del hombre, sobre todo los niños (Resolución 1815 de la Asamblea Parlamentaria de Europa), y en 2016 la «European Academy for Environmental Medicine» (EUROPAEM) concluyó que en relación al hecho de que la radiación electromagnética facilita el desarrollo del cáncer y la enfermedad de Alzheimer no existe ya hoy discusión. Sin embargo, se tratan de recomendaciones e informes, sin fuerza vinculante ni obligatoria para los poderes públicos.

Freepick
Las generaciones europeas nacidas en las décadas de 1980, 1990 y 2000 se caracterizan por una morbosa servidumbre tecnológica, indiferentes o desconocedores de que la tecnología se paga con la supresión de la libertad humana y una contaminación electromagnética de consecuencias imprevisibles para la biodiversidad.
Los juicios críticos en los colectivos científicos son diversos y fundamentados en el desarrollo y concreción del llamado «principio de precaución», que se plantea qué criterios han de seguirse ante la incertidumbre de los riesgos que pueden derivarse de los avances científicos. En 2017, unos 180 científicos de una treintena de países, encabezados por la doctora Devra Davis, advirtieron que es preciso saber si la radiación electromagnética generada en las antenas emisoras es ofensiva, en cuyo caso es su prohibición la que debe imponerse.

Investigación científica bajo sospecha. Muchos científicos ya han denunciado la importancia de las radio-ondas en la producción del cáncer y otros tantos la niegan. Estas especulaciones encontradas, hasta caer en bizantinismos, resultan económica o políticamente sospechosas porque la ciencia y la investigación científica han perdido su velo de inocencia y ya no puede seguir siendo considerada neutra cualquier línea de investigación.

Perjuicios para la salud. La misma dosis de radio-ondas que produce la enfermedad en una persona puede no tener efecto alguno sobre otra y el tiempo que tardan en aparecer las manifestaciones y la gravedad del proceso varían ampliamente según los individuos. Las manifestaciones más frecuentes son laxitud, malestar general, desinterés por las tareas habituales, astenia y fatiga. Y el agravamiento del proceso va desde un aumento de la incidencia de ceguera e infertilidad masculina hasta leucemia y cáncer. Los campos electromagnéticos también influyen sobre la transmisión de los impulsos nerviosos (señales de información que viajan por los nervios), fenómeno origen de innúmero de patologías de todo tipo.


Está demostrada la posibilidad de células transformadas en cancerosas por la radiación de la telefonía móvil, pero hay empresas interesadas en la ocultación de información con ánimo de lucro.
Cambios metabólicos. Las alteraciones para el caso del hombre sometido a las fuerzas eléctricas exteriores o en presencia de un campo electromagnético implican cambios en el metabolismo. La causa está en el movimiento, deformación o disfunción de las grandes moléculas biológicas (macromoléculas como las proteínas) y una modificación, también por deformación, de la capacidad catalítica de las enzimas, acelerando o disminuyendo la velocidad de la reacción bioquímica en la que intervienen las últimas.

Control social. Con su velocidad de transmisión de datos y terminales de gran potencia de cálculo, la quinta generación de móviles podría ser utilizada por gobiernos u otros grupos para finalidades inmorales y explotadoras. Hoy ya no se discute que el ejercicio del control social amenaza con su presencia en todos los ámbitos sociales imaginables, pero el éxito de una vigilancia omnímoda no está en el crecimiento sostenido del acceso a Internet mediante terminales fijos, sino en el número de terminales móviles y el acceso desde los mismos a Internet, con porcentajes de penetración, por supuesto, del 100% (la totalidad de la población).

Pandemia china y «5G». El descenso de leucocitos en la sangre como consecuencia de radiación electromagnética, postulado en 1998 por Andrei Pakhomov, dio pie a la hipótesis de que las antenas emisoras de telefonía móvil podrían favorecer enfermedades infecciosas en el sentido de activar su multiplicación, y en 2020 varios científicos, entre ellos el biólogo español Bartomeu Payeras (Universidad de Barcelona), afirman que la difusión y expansión de la pandemia china (Covid 19) está facilitada por la contaminación electromagnética. Esta hipótesis ha pasado a ser objeto de un hostigamiento frontal por parte de los medios informativos.

Tratamiento periodístico. En la telefonía móvil de quinta generación, el periodismo constituye un mero soporte publicitario: por un lado, una mayoría de medios informativos creen exagerado preocuparse por la posible contaminación electromagnética pese a los precedentes mencionados; y por el otro, presentan la tecnología «5G» como una enorme fuente de promesas para el bienestar de todos pese a las muchas dudas que ofrece su utilidad inmediata y la gran controversia que suscita en el campo sanitario. Esta postura complaciente se explica desde la perspectiva del periodismo al servicio de intereses políticos, económicos y otras preocupaciones ajenas a la información.