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El 11 de abril tuvo lugar la visita del príncipe saudita Mohamed bin Salman a España, príncipe heredero y, sobre todo, verdadero hombre fuerte del gobierno real. Arabia Saudita aceptó la oferta española de una asistencia militar en forma de cinco barcos de guerra tipo BAM, el importe de los cuales ascendería a casi 2 000 millones de euros, sin incluir la reforma de un puerto para la seguridad y las operaciones de estos buques.
Los buques BAM (clase «Avante») es una heterogénea
familia, que se proyectan en un tamaño de entre 1 500 y 2 500 t de peso para
oficiar de patrulleros oceánicos, corbetas o fragatas ligeras según su
desplazamiento y armamento a bordo. Al parecer, la elección saudí es una
configuración clase fragata ligera o corbeta (un «Avante 2200» reformado), con
helicóptero embarcado y capacidades antiaérea, antisubmarina y
superficie-superficie.
Juicios críticos. Algunos sectores de opinión entienden que Arabia
Saudita no es una democracia y reprochan su intervención militar en Yemen, por
lo que criticaron con firmeza la decisión de España. Estas fuerzas críticas son
las mismas que guardaron silencio cuando España proveyó buques de guerra,
también tipo BAM, para un gobierno tan poco recomendable como el de la
Venezuela chavista (2011).
Una cuestión económica. La industrialización y rearme saudíes son una
realidad, mejor entonces que sea España uno de los grandes beneficiarios. La
razón es que la venta de bienes bélicos tiene un efecto saludable en el
producto interior bruto del oferente. Este comercio, dejando aparte
intermediarios, requiere de una combinación de patentes, arsenales y sistemas
de armas que no aparece en muchos países. En 2013 España se situó entre los
siete países más importantes por lo que respecta a las exportaciones de
armamentos de guerra. El volumen total del comercio bélico español en 2017,
excluidas las llamadas exportaciones «invisibles», fue de unos 4 400 millones
euros, con un aumento sobre el año anterior del 7%. Los principales clientes
españoles son los países de la OTAN, Unión Europea y Arabia Saudita, y los
principales artículos son los buques y la aviación (véase España: 7º exportador mundial de armas).
Otros éxitos españoles en
Arabia Saudita. La visita del príncipe
Salman es una jugada de gran alcance por cuanto pretende la industrialización
general de la economía saudita para minimizar la importancia de los
hidrocarburos, en torno a los cuales sigue girando la vida económica de Arabia
Saudita. Dejando aparte los armamentos de guerra, España ya se apuntó un
notable éxito negociador al lograr la construcción del tren de alta velocidad
que pone en comunicación las ciudades de Medina y La Meca (en uso desde marzo
de 2018) y del ferrocarril subterráneo de Riad, capital de Arabia Saudita. Actualmente
en España sobresale su red ferroviaria de alta velocidad (la más importante de
Europa y la segunda del mundo) y sus astilleros (entre los tres europeos más
competitivos), pero no se discute que sus éxitos en Arabia Saudita han sido
influenciados por el rey emérito Juan Carlos I.