18 de enero de 2021

España y la vida extraterrestre

Renitor
Los problemas de la astrobiología guardan relación con los de la posible existencia de vida en otros planetas. La vanguardia de esta ciencia —o conjunto de ciencias— es el estadounidense NAI (NASA Astrobiology Institute) y su socio español CAB (Centro de Astrobiología), creados en 1998 y 1999 respectivamente, a los que se une en 2017 el australiano ACA (Australian Center for Astrobiology).

Estos dos países asociados al NAI son también los únicos que forman parte, desde los años 60, de la Deep Space Network (Red del Espacio Lejano), red de NASA dedicada al seguimiento y comunicaciones con vehículos lanzados a los planetas o al espacio interplanetario en general (véase «Una estación espacial fantasma en España»).

Estas instituciones científicas pretenden conocer y estudiar la eventualidad de vida extraterrestre y el origen de la misma en la Tierra. El CAB, además, provee a demanda de la NASA instrumentos para sus sondas planetarias y dispone de laboratorios para ensayos biológicos en ambientes planetarios simulados, es decir, la evaluación de microorganismos capaces de sobrevivir en condiciones físicas marcianas, por unas horas o completando su ciclo de vida. A causa de estos ensayos y otras preocupaciones como la esterilización de los vehículos automóviles exploradores que se mueven por la superficie marciana, algunos científicos avisan contra la contaminación biológica, como veremos más adelante.

Ministerio de Defensa de España
El complejo sistema de aparatos del laboratorio de simulación de ambientes planetarios (temperatura, presión, pH, radiaciones) abrió nuevas vías a la investigación biológica en el intento de desentrañar los secretos de la vida.
El Centro de Astrobiología (CAB). Como ya se ha señalado, en España y bajo la dependencia directa del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), es decir, del Ministerio de Defensa, existe el Centro de Astrobiología (CAB). Los avanzadísimos laboratorios de que dispone le permiten imitar cualquier atmósfera planetaria del Sistema Solar y goza de renombre internacional. Sus instalaciones, con unos 7 000 m², están emplazadas en un desviado paraje del término municipal de Torrejón de Ardoz (Madrid). A menudo abre sus puertas a periodistas, estudiantes y curiosos organizados.

Primer servicio meteorológico extraterrestre. El CAB tiene dos estaciones meteorológicas en Marte: la REMS del «Curiosity» (2012) y la TWINS en el «Insight» (2018). Les seguirá la MEDA, en el «Perseverance» (marzo 2021). Con estos instrumentos registradores del tiempo atmosférico y de la medición de sus valores, España provee el primer servicio meteorológico extraterrestre, capaz de centralizar todos los datos referentes al estado atmosférico, compilación de datos que ayudan a la predicción del tiempo, sobre todo el curso y gravedad de las tormentas.

Los ensayos del CAB van desde el archipiélago ártico de Canadá hasta el desierto de Atacama, pasando por Groenlandia, pero por lo que a Marte respecta un paraje perfecto está en España: las minas de Rio Tinto (Huelva), cuyas características, dícese, son muy similares a las de Marte durante o inmediatamente después de la evaporación de su supuesto océano arcaico. Allí se hicieron perforaciones de hasta 800 m y, según el director del CAB Miguel M. Hesse, se descubrieron microorganismos que se apartan de la estrecha banda de parámetros físicos en la que transcurre la vida terrestre normal, conocidos como «extremófilos».

Ministerio de Defensa de España
Ensayo en Rio Tinto (España) de la escafandra de presión «Gandolfi II» y el pequeño automóvil explorador «Yelmo», del proyecto «Moonwalk».
Contaminación biológica. Una importante fuente de preocupación es, como apuntamos anteriormente, la contaminación biológica de nuestros vecinos cósmicos. Esta preocupación se adelanta a 1969, cuando la NASA reveló que un microorganismo terrestre, depositado de «forma accidental» en la estación automática de alunizaje suave Surveyor 3, fue capaz de sobrevivir a su presencia de 950 días en la Luna. Pero la gran sorpresa llegaría en 2014, con la revelación de que decenas de especies de microorganismos, resistentes a la esterilización más enérgica, pasaron de la Tierra a Marte a bordo del vehículo explorador Curiosity (2012). Si no queremos incurrir en contradicciones lógicas, cabe suponer otro tanto en el caso de sus predecesores (Marte 3, Viking 1 y 2, Mars Pathfinder, etc.), con su correspondiente carga microbiana.

Algunos arguyen que esta contaminación biológica no sería de importancia al quedar localizada en el vehículo espacial o su alrededor y por poco tiempo. Sin embargo, los experimentos del CAB en el desierto de Atacama (Chile) demuestran que muchos microbios pueden trasladarse mezclados con el polvo por las corrientes de aire, decenas e incluso centenares de kilómetros, y algunos «extremófilos» crecen y se reproducen al ser depositados en lugares que no les ofrecen condiciones favorables.